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jueves, abril 25, 2024

Camerata Lazarte estrena Paganini

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La Camerata Lazarte continuará su ciclo regular de presentaciones en Salta el día 3 de septiembre a las 20.30 hs en la Iglesia de la Merced con la presentación del destacado violinista Franco Ruiz Falci quién abordará un repertorio inédito e infrecuente en nuestro medio.

Se trata del del Ciclo en primera audición “Centone di Sonate” , serie de dieciocho sonatas, para Violín y Guitarra de Nicolò Paganini. Son sonatas en dos movimientos al estilo de Christian Bach, autor del famoso estilo “cantabile” que Paganini supo aprovechar en sus composiciones, incluyendo música folklórica y popular de distintas localidad italianas. En esta oportunidad se escucharán las seis primeras sonatas y el acompañamiento en guitarra lo hará Daniel Elías José.

La música para guitarra de hoy es escrita por compositores profesionales que en general no son ejecutantes del instrumento. Pero no siempre fue así. En otras épocas los compositores eran también virtuosos del instrumento (usualmente de sus propias obras) hasta que que ese nexo se volvió más débil. De hecho, hoy el compositor-instrumentista es una rara avis. Estos acontecimientos, sin embargo, pasaron por alto la guitarra, ya que en general quienes componían para ese instrumento también lo tocaban. En su propio tiempo Paganini era un afamado virtuoso tanto del violín como de la guitarra. De hecho, comenzó sus estudios musicales con los instrumentos de cuerda punteada ya que a la edad de cinco años tomó clases de mandolina con su padre; sólo después de dos años se pasó al violín que tiene la misma scordatura que la mandolina. Habiendo agotado las posibilidades de aprendizaje con su padre pasó a estudiar primero con Antonio Cervetto (un violinista de teatro) y luego con el más famoso Giacomo Costa, quien, seguramente para empujar su propio prestigio tanto como el de su alumno, organizó para que el Paganini de doce años tocara en público. Un año después su instrucción formal de ejecución violinística concluyó, dando comienzo a su auto-educación que condujo al desarrollo de su “legendaria” técnica.

Paganini, un genovés, mostró un temprano talento para la composición, arte en el cual tuvo cierta instrucción por parte de Francesco Gnecco, un compositor operístico. En 1795 decidió avanzar sus estudios de violín en Parma con el gran Alessandro Rolla quien, declarando que no tenía nada que enseñar a Paganini, le aconsejó estudiar composición, lo cual él hizo durante un año con Ghiretti y Paer antes de regresar a Génova donde se interesó abiertamente por la guitarra. La actitud de Paganini hacia la guitarra parece haber sido ambivalente ya que se le reporta haber afirmado “no me gusta el instrumento pero me ayuda a pensar … a estimular mi imaginación … lo cual es algo que no puedo hacer con el violín”, afirmando también “el violín es mi amante pero la guitarra es mi amo”. No obstante escribió copiosamente para la guitarra. La presencia de ese instrumento en la mayor parte de su música de cámara parece contradecir su supuesta baja valoración del instrumento, además de haber alcanzado un grado de virtuosismo en la guitarra que era admirado por otros virtuosos de la época.

La guitarra fue popularmente visto como el instrumento para seducir a las damas, y Paganini debe de haber compartido este punto de vista ya que entre 1801 y 1805 desapareció de vista compartiendo un nido de amor con una dama florentina de la nobleza cuya identidad permanece desconocida hasta nuestros días. Su Duetto amoroso, fechado tentativamente en 1807, está dedicado “alla Signora Dida”, ¿sería esta una clave de su nombre? No lo podemos saber con seguridad ya que él era notoriamente mujeriego. Lo que sí sabemos es que ella tocaba la guitarra y sin duda estimuló a Paganini para escribir al menos algunas de sus 200 obras en las cuales ese instrumento está involucrado, muchas de las cuales datan del período 1804-1805. Se sabe que Paganini tocaba dúos de violín y guitarra con el violinista alemán M. Sina y con el virtuoso guitarrista Luigi Legnani, aunque no hay registros de que lo hayan hecho en público. Posiblemente Paganini no quería diluir su reputación como virtuoso del violín haciendo público su interés por la guitarra. En la mayoría de esos dúos la parte para guitarra es muy simple, lo que sugiere que cuando los tocaba con amigos o discípulos Paganini se reservaba la parte de violín para él. La fecha de su Sonata concertata (1804), en la que los niveles de dificultad están más balanceados, plantea la siguiente pregunta: ¿cuán buena guitarrista era la “Signora Dida” o quienquiera que su pareja en el nido de amor haya sido?

Paganini expresó su intención de publicar su música pero poco de ella apareció impresa durante su vida, y no incluía las 18 Centone di Sonate (potpurrí de sonatas) que, con sus simples partes de guitarra estaban probablemente destinadas al público aficionado y amante de la música. Paganini usó el término sonata para describir una variedad de obras, desde la sonata clásica en “forma sonata” hasta otras que consistían en un ensamblaje de movimientos más parecidas a la sonata barroca, una obra para ser “sonada” (tocada) en contraposición a la cantata para ser “cantada”. En cierto sentido Paganini estaba entre Locatelli, cuyos 24 Caprices para violín solo aquel conocía, y Chopin y Liszt, quienes siguieron su ejemplo al convertir problemas técnicos para su instrumento en maravillosas piezas musicales. La imagen de Paganini en su tiempo era la de un hombre poseído por el demonio, un ser de mirada salvaje capaz de inimaginable virtuosismo. Uno de los violinistas más importantes de hoy expresaba recientemente: “Probablemente Paganini no podía entrar a un estudio de grabación y dar una ejecución perfecta como se hace hoy en día, pero nosotros no podemos hoy generar la electricidad que de este artista emanaba.” Sin embargo no hay nada del Paganini demoníaco en las Centone di sonate, obras melodiosas de inmediato encanto e impacto, cuyo hábitat natural era el salón decimonónico. Aquí lo pequeño es hermoso. Aquellos que consideran a Paganini solamente un compositor para exhibir virtuosismo y extravagancia para el violín deben recordar que entre los más fervientes y notables admiradores contemporáneos de Paganini se contaban a Liszt, Schubert y Schumann, y que fue objeto de admiración por compositores que tomaron citas de sus obras como Brahms, Rachmaninov y Lutoslawski entre otros grandes creadores musicales.

La entrada es libre y gratuita

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