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viernes, marzo 29, 2024

Chávez y la revolución de las palabras

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A veces existe en nuestra mente el mito de que al pasar una frontera todo será diferente, pero eso es sólo el producto de las políticas del mundo que tienden a disgregar a la gente en vez de unirla.
Mi impresión al cruzar la frontera de Colombia a Venezuela es que son dos países parecidos

La gente habla igual, las mujeres son igualmente hermosas, y ambos son pueblos que poseen una historia en común.

Dicen que Venezuela es más barato, pero los precios están prácticamente iguales que en Colombia, y más ahora que una tremenda inflación azota a este país.

Últimamente con las políticas del presidente Chávez, se nota una gran polarización en la sociedad venelozana. Toda la sociedad está dividida entre chavistas y antichavistas, a tal punto que el ambiente está muy tenso y se percibe una violencia en el aire que en cualquier momento está por estallar.

Debo confesar que como simpatizante de izquierda que soy, en algún momento le tuve cierto afecto a Chévez, pero viendo con mis propios ojos el desastre en el que está sumergido este país, ya no conservo esa opinión.

Primeramente hay que mencionar que no se puede construir un estado “socialista” bajo un modelo económico “neoliberal”. Este tipo de socialismo a la Chávez no es más que una fantochada puesto que para que realmente funcione el sistema de reparto habría que cambiar el modelo económico completamente, pero eso difícilmente pase en Venezuela jamás.

Es compresible que una sociedad tan desigual como la de Venezuela haya engendrado a un presidente populista y personalista como Chávez. Las masas aquí han estado relegadas por décadas y décadas de exclusión, y los pobres hoy en día ven en Chávez al salvador que los sacará de la miseria en la que siempre han vivido.

Este presidente se ha convertido casi en un mito para ellos, pero todos los pobres siguen viviendo en la misma miseria de siempre porque aún no se ha hecho ningún cambio real y radical.

Cambio de nombres

En Venezuela el único cambio que ha hecho este Gobierno es el de los nombres.

Aquí el anterior Ministerio de Cultura, ahora se llama “Ministerio del Poder Popular para la Cultura”. Y lo mismo pasa con todos los ministerios, todos tienen el nombre de “Poder Popular” adelante, como dándole a entender a la gente que son ellos los que están gobernando, y no un personalista que solo busca perpetuarse en el poder.

Por ejemplo el Ejército ahora se llama “Ejercito Bolivariano del Pueblo”, cuando los milicos siguen siendo el mismo elemento represor del estado, pero ahora con un nuevo nombre.

Lo que habría que hacer con el ejército, si se quiere hacer un verdadero cambio, sería quitarle las armas y darle una función netamente social. Porque siempre que hayan empleados del estado empuñando fusiles, esas armas se pueden volver contra el pueblo. Los latinoamericanos conocemos muy bien esa triste historia.

Sin embargo, con la nueva reforma Chavista, el Ejército pasaría a tener una función netamente política, controlando al pueblo según los intereses del “mandatario eterno”, en pos de su revolución tercermundista.

Por otro lado, hay que entender que “Poder Popular”, en los términos de Chávez solo significa “poder populista”, es decir a favor de su propio beneficio, puesto que lo que menos él quiere es entregarle el poder a la gente, sino tenerla sometida a su propio juicio.

Habría que recordarle al presidente Chávez que que él llegó al poder por la vía democrática, y que debería tratar de gobernar también para ese 44% de la población que no lo votó, y que está muy disconforme con sus poíìticas de entrega del petróleo y de los patrimonios nacionales.

La guerra civil ya comenzó

La semana pasada el mundo vió con sus ojos un horrible espectáculo en Caracas, el cual es solo una muestra de la terrible polarización que hay en esta sociedad. En esa ocasión, grupos armados chavistas, ingresaron a las instalaciones de la Universidad Central de Venezuela, y dispararon contra estudiantes desarmados que venían de una pacífica marcha contra la Reforma Constitucional.

A raíz de esto, 5 estudiantes resultaron heridos, y el gobierno manifestó que fueron los estudiantes los que empezaron la agresión, cuando este cronista vió con sus propios ojos cómo los chavistas agredían a los estudiantes.

Esto no indica que Venezuela esté al borde de una guerra civil, sino que ella ya se ha desatado con la llegada de Chávez al poder.
Es sabido de casos de personas, tanto chavistas como de la oposisiòn, que son agredidas y golpeadas o asesinadas diariamente por el solo hecho de pertenecer a uno u otro bando. Diganme ¿qué es esto sino ya un guerra civil?

Lo que debería hacer un presidente inteligente sería no avivar los ánimos de guerra y revoluciones de palabra, sino favorecer a la unión de un pueblo que hoy se encuentra completamente disgregado.

La Constitución de un pueblo no debería ser la puta que es utilizada por un presidente una vez cada 5 años en favor de sus intereses, sino la Carta Magna por la que se rige un pueblo libre y soberano.

Chávez reformó la Constitución en el 2002, y ahora por medio de un referendo no solo quiere cambiarla nuevamente para perpetuarse en el poder, sino también para introducir una serie de cambios que vulneran la libertad de las personas y las convierte en meros sirvientes del estado, en favor de su supuesta revolución de palabras.

Todos sabemos el mal que han causado los gobiernos populistas a los países, y si lo que se quiere es hacer una revolución, ella misma debería gestarse en el pueblo, y no al mando de un presidente personalista y carismático que solo impulsa cambios de la boca para afuera cuando la realidad que impera acá es la de un régimen neoliberal aplastante.

Hoy en día, con el precio del barril cerca de los 100 dólares, Venezuela podría convertirse en una potencia mundial, pero ello nunca sucederá con un gobierno como el de este presidente paternalista, que quiere retroceder en la historia con fórmulas del socialismo soviético de hace 70 años.

(Especial para Salta 21, desde Caracas, Venezuela)

Ignacio Wilde es un joven cineasta salteño que se radicó hace un año en Bogotá, Colombia, donde realizó un posgrado en escritura creativa.

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