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viernes, abril 26, 2024

Cuando pase el temblor

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Es increíble la manifestación de fe que produce la fiesta del Milagro Salteño y esto porque quizás sea única en el universo cristiano por su contenido sacralicio después de su versión original con el pueblo judío.

Resulta que el tema del PACTO hace referencia explícita a un momento importantísimo de la historia de la Salvación, historia del hombre salvado, historia de la humanidad salvada. Y es el momento en el que Dios y un pueblo convienen los ítems para ponerse de acuerdo: “Yo seré tu Dios” , por un lado; “y nosotros seremos tu pueblo”, por el otro. Este acuerdo sólo puede realizarse desde una relación de intimidad en el amor y el conocimiento de ambas partes, tal como sucede entre los cónyuges, los amigos, los hermanos… Y no es que Dios cumpla el rol de algunos de estos pares, sino que Él hace las cosas a la manera Ántropo, es decir a nuestra manera, en el contexto de nuestra realidad.

Ni Dios se hace hombre, ni el hombre Dios en este Pacto; sin embargo algo se fusiona entre ambos, o mejor dicho algo “aparece” en común. Pero por favor que se entienda: no es que a Dios algo le aporte el hombre, ¡para nada!. Él es omnipotente, pero Él si nos aporta a nosotros y esto realmente se nota en cada persona.

Hablar del Milagro es hacer referencia al contenido histórico de esta manifestación religiosa y no es que represente nada más que lo que sucedió ya hace varios siglos, esto sería una lectura muy estrecha del significado verdadero del Milagro. Hoy por hoy, no se trata de la tierra que tiembla y si es por esto nuestros pies temblarían más por el hecho de experimentar la “indefensión” de manera más concreta.

Es así, por ejemplo, cuando pensamos en lo que hemos vivido los hijos de la guerra fría, o simplemente mirar al cielo, o ver las fotos de las sondas espaciales, o saber que andan dando vueltas unas partículas en el acelerador más potente y grande del mundo tal que pensando en la posibilidad de la creación de un agujero negro la materia desaparecería… Es decir, ante el reino de la materia, somos insignificantes y estamos permanentemente indefensos.

Todo esto nos lleva a la certeza de que la existencia del hombre no se sustenta en la materia, si bien se expresa a través de ella, nuestra existencia se sustenta en el Espíritu que es lo que trasciende a esta. ¿De qué temblor hablamos? Justamente de ese que se produce cuando nuestro espíritu tiembla al saber desde nuestro yo más íntimo y profundo que nos estamos quedando pateando el aire.

Revalorizar el significado más profundo de este tipo de celebraciones nos llevan a “aprender” para enfrentar la vida más sabiamente. De lo contrario, opificamos nuestra existencia desvalorizándonos frente a los demás y a nosotros mismos o sencillamente nos enganchamos como furgón de cola detrás de no sé que ideología o pseudo-filosofía de vida, distrayéndonos de nuestros errores.

4 COMENTARIOS

  1. Cuando pase el temblor
    Me parece logicamente bien lo de la pluralidad de las publicaciones. Pero no imaginaba que S 21 esté para homilías. Y no de las mejores, por cierto. Más bien sería apropiado ubicar el escrito no comoo artículo sino como opinión personal en sección “cartas al director”. Pero es la realidad de un lugar (Salta) donde se da por obvio y “normal” que la religión católica es inherente a todos. Es más: que como máximo se podría llegar a conceder que las religiones son inherentes a la naturaleza humana. Es más que discutible: hay mucho escrito para ponerlo en duda. Pero la percepción de la obviedad tiene estas cosas: eso se llama “pensamiento único”, que es un concepto originariamente aplicado a la política (acuñado por el actual director de “Le monde Diplomatic” hace años), pero que se puede aplicar en cada “locus” a las religiones, a lo que se entiende por fe, o a la manipulación de la misma por el poder religioso correspondiente (y si no, vean lo que se escribe, hace y dice en sitios como Israel, que es un estado ultraconfesional o en los países donde imperan las reglas islámicas más conservadoras). Son particularidades bien estudiadas de los tres grandes monoteísmos, que de paso se aribuyen en exclusividad la verdad, el bien y la “salvación”. Para lo cual no han dudado en avasallar todo lo humano y material para cnservar su poder terrenal. No parece que el autor del artículo conozca la gran literatura. Por lo menos se podría hojear las referencias históricas que Maquiavelo cita en “El Príncipe”; no le vamos a pedir que lea Spinoza. Su conclución general es la misma de siempre y es militancia pura y dura, respetable siempre y cuando no descarte de un plumazo (como hace y ese es el peligro, porque el dogma conduce necesariamente al irrespeto de lo otro) cualquier otra posibilidad, incluída, por supuesto, otras percepciones de lo trascendente o incluso la indiferencia a lo trscendente.

  2. Cuando pase el temblor
    Excelente, profundo. ¡Este es el sentido del Milagro! ¡No tiene nada que ver con cuestiones “antisísmicas”, como burdamente intentara ironizar Brizuela para dar lugar a su resentimiento.

    Felicito a Daher (a quien no conozo) sinceramente.

    Guillermo Solá
    L.E. 7.636.195
    SALTA

    • Desde Salta con aprecio y Respeto
      Repuesta al Sr Anónimo

      Desde Salta con aprecio y respeto

      Estimado teófilo:

      No te imaginás lo que te perdés al no conocer a Salta y los Salteños, es más si conocieras el interior…. sabrías lo que sucede por ahí.

      Salta no es religiosidad e ignorancia.
      Salta no es aristocracia intelectual.
      Salta no es gente egoísta y aislada.
      Salta no es pensamiento único, masa, fundamentalista o ideologista.
      Salta no es una tierra pobre con gente pobre.
      Salta no es xenofóbica ni racista.
      Salta no vive en el engaño ni engaña.
      Salta no es vaga y superficial.
      Salta no es fria y no vive impostando lo importado.
      Salta no está desarraigada de su cultura.
      Salta no es irrespetuosa.
      Salta no es obviedad y nada es tan normal como parece por aquí.
      Salta es todo lo contrario…

      Si vamos a hablar de la religión en Salta, querido Teófilo, no podemos porque en Salta la religión es “fe” y la fe no se discute se vive, es parte de lo más profundo de cada persona, ( y lo más profundo no es pensar, saber o estudiar. Lo más profundo es ser sabio) y cuando esto no se entiende se cae en los simplismos de concebir la religión como un sistema de dogmas, o como un sistema de dominio. Ideas presentadas hace siglos y ya caducas hace siglos.
      La Verdad, el Bien y la “Salvación” son inherentes a lo absoluto y se sitúan en el plano metafísico si es que queremos ver a la religión como un fenómeno natural y racional. Estas tres categorías corresponden a Dios, nosotros los hombres la intuimos y podemos o no aceptar su origen: somos libres y esta “virtud” es lo que nos hace realmente extraordinarios como criaturas, casi dioses.

      Las confesiones monoteístas, (si se me permite la simplicidad) cuidan , proponen y enseñan el depósito de fe revelado por Dios en la historia del hombre, es un encargo de Dios hecho a los hombres en su contexto y bajo la realidad de cada momento. No entiendo este esfuerzo por querer comprender o rechazar un dios para otro tiempo, “el Dios que te interpela es el Dios en tu presente”. No es un dios metafísico, o psicológico, o sociológico, o sensiblero. Es un Dios personal que se capta desde una relación íntima, sincera, íntegra y amorosa.

      Mi querido Teófilo, la cuestión de los dogmas religiosos ( y aquí si hablo desde mi vago conocimiento del catolicismo y por lo mismo si me equivoco me rectifico) no significa que se impone una verdad, se enuncia y se proclama lo que de hecho lo es. El dogma como tu lo entiendes de que “conduce necesariamente al irrespeto de lo otro” es el dogmatismo filosófico, ideológico o pseudo-teológico que tanto daño ha hecho y sigue haciendo, y en este sentido viola a la pluralidad que es una condición necesaria para el diálogo constructivo. Si la verdad viene de Dios viene propuesta. No es correcto pensar que Dios le quita algo al hombre para que se realice y se plenifique porque sería un dios falso pero tampoco es correcto pensar que mi pura libertad subjetiva me realiza.

      Y como tú dices, hay mucho hilo en el carretel, “hay mucho escrito…” pero de seguro que el sitio salta21 es un ámbito propicio para dudar y para acertar, para corregirse y proponer, para aprender y enseñar.

      Muy atte. Hugo Luis Daher

      • Respuesta al Sr. Daher
        Sr. Daher:
        Acepto que me bautice como “Teófilo”. No doy mi nombre por una serie de razones que no vienen al caso y que Ud. entendería.
        No sé qué le hace pensar que no conozco Salta, su gente, sus costumbres, su paisaje, etc. Tengo mis dudas respecto de lo que dice sobre lo que NO es Salta. Pero no es el tema de este intercambio epistolar.
        Por supuesto tampoco es cierto que “lo más profundo” no es pensar, saber o estudiar. Casualmente esa percepción forma parte del planteo más íntimo de mi opinión anterior. Sin reflexión crítica, es improbable aproximarse a la sabiduría. Y la crítica implica dudar, estamento mental óptimo y verdadero refugio de lo poco que nos queda de libertad. No conducirá a nada que yo intente convencerlo… ni lo contrario, porque su pensamiento (y el mío) corresponden a categorías íntimas. Pero no iba de esto el asunto. Respeto su persona y su libertad de expresar sus pensamientos, pero son “suyos” y en eso radica lo que decía el otro día.
        El problema esta entre los concepto de “fe” y “religión”. Aunque intimamente ligadas, no son sinónimo en absoluto. Porque la religión, como dije antes, organiza e institucionaliza las derivaciones de la fe de cada individuo. Desde que, en el caso de la religión católica, el poder pactó con ella, desde Constantino, la institución que dictaminó la organización religiosa para “encuadrar” y dictaminar por dónde debe ir la fe de los individuos, no ha hecho más que colusionar (del l. “collusio”, ver dicc. de la RAE) con el poder correspondiente para mantener su primacía y, a veces -o muchas veces- decirle al poder cuál es el camino. Ambos se necesitaron y necesitan. No me podrá negar que múltiples leyes y normas son condicionadas por el poder religioso. No hace falta referirse a Mozambique, país que por su colonización pertence al ámbito de la religión católica, donde la poderosa influencia de la Iglesia impide, por ejemplo, la distribución masiva de preservativos, por razones doctrinarias, siendo éste el país africano con más personas portadoras del HIV. Sin salir de Salta se puede ejemplificar fácilmente cómo esta influencia, real, pesante, permanente, casi “obvia” (de ahí el concepto estricto y no otro de “pensamiento único”) marca las conductas individuales y sociales.
        Sr. Daher: la percepción inocente y buenista del concepto de fe, está necesariamente condicionda por las directrices religiosas; es decir: por las directrices que marca una religión (cualquiera sea) para el seguimiento de las “normas morales para la conducta individual y social” (religión, dicc. RAE, aunque es mejor el Diccionario de Autoridades, 1ª edición en el s. XVIII, que aún edita Gredos). Ahí redica el problema.
        Hace varios siglos que el Renacimiento y la Ilustración permitierosn crear una especie de filosofía de lo religioso y de la fe (teología), separándola de la Filosofía, lo que permitió que, en general, los países europeos avancen en cuestiones políticas que han tenido que ver con derechos de las personas. Lo que no quita sus culpas históricas, defectos y atropellos. Casualmente se dice que el Islam no ha logrado esta separación y sufre sus concecuencias. Agreguemos, como está bien establecido por sólidos estudiosos, que el actual estado de Israel es un híbrido entre estado moderno y confesional.
        Y cuando un lugar (Salta por caso) las manifestaciones de fe (repito que son manipuladas por la institución que las regula mediante las instancias de la Religión) son omnipresentes, porque se consideran lo “normal”, lo “de siempre”, lo “obvio” (pensamiento único), es dable esperar que eso afecte negativamente la consecución de derechos de las personas.
        Mi crítica anterior a su artículo es que percibo que Ud. da por hecho que eso es lo normal, lo natural, tratándose de Salta y su inmaculada fe, capital de la fe.
        No es Salta el mejor ejemplo de que la religión y sus gestores máximos no han influído en la conducta individual y social (y sus concecuancias políticas en su acepción más pura).
        (Excepto si Ud. se conforma con el actual status quo en todos los órdenes).
        Atte: Teófilo -prima dit Anonimo.

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