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viernes, abril 26, 2024

Cuando se abrió la puerta del Romanticismo

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Yeni Delgado puso en valor la comprensión, la claridad y el concepto. La libertad, en Europa central, fue un movimiento avasallante de los últimos veinte años del siglo XVIII. Su deseo de pertenencia fue inicialmente político producto del pensamiento de hombres como Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu, para citar algunos. Nacía el denominado “Romanticismo”.

Salta, viernes 13 de noviembre de 2015. Teatro Provincial. Solista: Angel Martínez Haza (violín). Concertino invitado: Carlos Del Lungo (violín concertino de la Orquesta Sinfónica de la UNT). Orquesta Sinfónica de Salta. Directora Asistente Mª Yeny Delgado. Concierto para violín nº 2 op. 22 (*) de Henryk Wieniawski (1835-1880). Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor op. 55 “Heroica” de Ludwig van Beethoven (1770-1827). (*) Estreno en Salta.

“Saber leer” una partitura implica descubrir todo lo que la imperfecta notación musical no puede escribir. Esto ha sucedido anoche con el concierto que dirigió la directora asistente de la Orquesta Sinfónica de Salta, la maestra cubana Yeny Delgado.

Beethoven decía tener una memoria descomunal que le permitía retener por años un tema, una frase, un esquema, un modo de decir algo. Que ese algo fuera importante o no es harina de otro costal. Curiosamente, en el caso de este nombre fundamental en la historia de la música, todo o casi todo fue trascendente al punto que hoy sigue siendo el compositor que mayor cantidad de veces está en los escenarios del mundo. Su tercera sinfonía es para muchos la más importante aunque en mi opinión no es la más hermosa. Ya había escrito la 1ª y la 2ª dentro de los moldes del clasicismo y aún con su intrínseco atractivo, el compositor necesitaba decir otra cosa, necesitaba liberarse de las ataduras del rigor compositivo.

La libertad, en Europa central, fue un movimiento avasallante de los últimos veinte años del siglo XVIII. Su deseo de pertenencia fue inicialmente político producto del pensamiento de hombres como Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu, para citar algunos. La libertad política, la fraternidad y la igualdad fueron sentimientos que finalmente fructificaron, destronando el antiguo régimen. Esos sentimientos se fueron expandiendo en todas las actividades del ser humano de ese continente y así es cómo llegó también a la música. Nacía el denominado “Romanticismo”. En el caso de nuestro compositor, su tercera sinfonía en verdad significa una puerta que se abre lentamente y que da inicio a un nuevo lenguaje musical que en la obertura Leonora nº 3 se muestra con total claridad. El cambio de estilo compositivo fue un aporte, también revolucionario, a la organización sonora que además tenía una carga casi obligada de marcialidad y patriotismo. La dedicatoria, extensa, habla de la gran figura del Príncipe Lobkowitz que albergó en los salones de su palacio a los cincuenta y seis músicos que conformaron la orquesta que estrenó la obra.

Yeni Delgado domina todos estos aspectos, los conoce y los puso en valor con comprensión, claridad y concepto. Ella usa el acorde de mi bemol mayor como tal, simple, ligado, mordente o como apoyatura hasta convertir la exposición en un acontecimiento intelectual y también espiritual.

Tal vez llame la atención la existencia de una “marcha fúnebre” como segundo movimiento, pero el autor logra así rendir homenaje a los soldados muertos por sus ideales. El final, espectacular, entrelaza fugas, marchas con ciertos aires húngaros como demostración de creación artística. Muchas veces dije que los elementos tal vez más importantes de la música son dos: 1) la elección el tempo y 2) la afinación. Ambos cumplidos.

El tempo fue el tradicional, cincuenta minutos -en su época la sinfonía más extensa jamás escrita- aún cuando también se usan hasta cincuenta y cinco minutos. Yeni eligió bien y además, para quienes escuchamos habitualmente la orquesta, llamó la atención el rendimiento de la misma atento a la ausencia, por descansos, etc., de seis o siete figuras de renombre dentro de la misma y sin embargo todo estuvo en su lugar. Esa habilidad bethoveniana para combinar cuerdas, maderas y metales, mezclada con el uso de acentos, intensidades, etc. mostraron a la directora conocedora de lo que tenía entre manos.

La primera parte estuvo dedicada a la mejor obra del polaco Wieniawski. Su concierto nº 2 para violín y orquesta, estrenada por el autor, es una obra para virtuosos, plena de romanticismo en sus tres movimientos. El solista, esposo de la conductora lo cual echa por tierra el prejuicio que habla de dificultades interpretativas cuando ello ocurre, es altamente exigente. Martínez Haza tuvo feliz desempeño y transmitió con sensibilidad, técnica y buena preparación, las líneas melódicas habituales de la época.

La directora ofreció un excelente marco de orquesta recatada para lucir merecidamente al solista que tocó de memoria y tengo la información que en los ensayos lo hizo de igual manera. Esto solo habla de la dedicación con que enfrentó el compromiso. No puedo dejar de destacar el fraseo de los pasajes largos como quien se solaza de la sensibilidad natural del compositor, la excelente resolución de los pasajes de bravura aunque el cuidado puesto para evitar melosidades haya quitado algo del romanticismo esperado.

En suma, otra noche cargada de arte musical.

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