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viernes, diciembre 27, 2024

De discursos y sofismas

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En nuestra provincia de Salta el joven abogado que hace las veces de gobernador, tiene la misma costumbre, pero con mucha menos habilidad oratoria que la Presidenta por cierto.

En la reciente apertura del periodo ordinario de sesiones del Congreso Nacional la Señora Presidenta de los argentinos abundó en cifras sobre supuestas inversiones; aportó datos estadísticos sobre los también supuestos logros de su gestión, con reiteradas remisiones a la gestión del anterior presidente y entonces marido, olvidando o queriendo mas bien olvidar que esa alocución habitualmente debe referirse no a las eventuales metas ya cumplidas sino a las que se piensa llevar adelante en el periodo que se inaugura. Mucho menos se puede hacer una síntesis de los últimos ocho años, repicando una y otra vez sobre el heroísmo del gestor, la pena de su muerte y el siempre consabido “vamos por todo” con el que fuera de cámara alienta a sus seguidores más cercanos presentes en cuanto acto político partidario se lleva a cabo, desde la comodidad de tener todos ellos sustentos oficiales para dedicarse con exclusividad al apoyo incondicional.

Este costoso sistema montado con dinero del erario no solamente ya no convence a nadie, sino que aburre.

Pero no debemos dejar de reconocer que la Señora tiene una muy fina oratoria; que sabe aprovechar los énfasis verbales y los oportunos silencios para permitir los programados aplausos, y en ese itinerario va desgajando sus ideas y sus afirmaciones, a veces sobre datos ciertos de la realidad, a veces eludiendo tocar temas que les resultan incómodos, y otra veces introduciendo sutilmente y con mucha habilidad grandes sofismas. (Una falacia – Del lat. fallacĭa- o sofisma – Del lat. sophisma, y este del gr. σόφισμα) es un razonamiento incorrecto y fraudulento que aparenta ser correcto y con que se intenta dañar a alguien. Es un argumento que no tiene validez ya que las razones dadas para soportarlo no están relacionadas con el tema, aunque parecen estarlo. Se apoyan en las formas de la lógica y de la teoría de la argumentación, pero sólo para parecer válidas, sin llegar a aplicar de forma estricta sus mecanismos. Las falacias pretenden ser persuasivas, es decir, han de parecer argumentos sensatos para el receptor.)

Analicemos por ejemplo su referencia a la minería. Obviamente la Señora conoce que existen pueblos enteros en oposición a los proyectos que ella prometiera a inversores extranjeros, a los que ha asegurado enormes ganancias merced a la legislación sancionada con su voto como senadora nacional, durante la década neoliberal de La Rata (*). Sí durante el periodo 1989-1999 que ella afirma que con la política de su marido y la de ella se ha superado. Esas puebladas las tiene muy presentes, ya que ha ordenado que se las reprima una y otra vez. Pues bien, respecto a eso la Señora ha afirmado que «Es muy lindo cuidar a la flora y la fauna, pero primero hay que cuidar a la especie humana, que tenga trabajo, que tenga agua, que tenga casa.” El sofisma o falsedad radica claramente en afirmar que no importa afectar la fauna y la flora, porque en cambio se benefician los seres humanos, como si las personas vivieran fuera del ambiente donde se talan los bosques, se contaminan los suelos, se agota el agua dulce y se acelera la mortandad de animales. Se quiere justificar lo injustificable, pero con la habilidad del sofisma.

En nuestra provincia de Salta el joven abogado que hace las veces de gobernador, tiene la misma costumbre, pero con mucha menos habilidad oratoria que la Presidenta por cierto. Parado sobre la tranquilidad de una entrevista pautada donde tiene por seguro que no se le hará ninguna pregunta incómoda, y con una marcada precariedad ha ensayado sin siquiera sonrojarse dos sofismas muy claros. Uno de ellos también referido a la minería, tema sobre el cual ha lanzado la tan absurda como poco ingeniosa frase de que “Discutir la minería es como discutir la utilidad de la rueda” Así entonces el mandatario intenta poner en ridículo a todos los que nos oponemos a la mega minería a cielo abierto porque estaríamos negando el elemental invento de finales del período neolítico. De esta manera no solamente revela poco ingenio en la afirmación, sino que reedita su concepción de vida autoritaria de descalificar a todo aquél que no piense como él. Y la falacia o sofisma claramente se devela si hacemos notar que los que nos oponemos a la explotación en estas condiciones no somos habitantes de las cuevas de esa era, ni somos soñadores ambientalistas modernos, somos Salteños que vemos claramente que con las normas vigentes los de afuera se llevan todo y nos dejan la contaminación. En otras palabras para que el elemental mandatario nos entienda, no nos oponemos por involucionados, sino porque no nos gusta que nos roben (o afanen para que se entienda claramente)

La otra falacia que deslizó el joven funcionario fue un ensayo de victimización sobre la gestión inconclusa del tren urbano, situación en la que poniendo cara de yo no fui afirmó que lamentablemente no se pudo abrir. ¿Cómo que no se pudo abrir dirá Ud.? Si la Señora Presidenta inauguró el tren urbano en Salta –junto con otros cuatro hipotéticos más del Chaco, Tucumán, Córdoba y Buenos Aires- el 18 de Junio de 2009, con lágrimas y todo. En el parte oficial de la Nación se afirmaba que ese tren beneficiaria a 500.000 habitantes. ¿No será medio mucho?

De esta forma siguen transcurriendo nuestros días. Y montados sobre discursos y sofismas con los que nos tratan de entretener los que han estudiado para ello –algunos con más suerte y capacidades que otros- tenemos que soportar por televisión abierta que se digan mentiras y fraudes a los cuatro vientos, como si fueran verdades reveladas. Cuando en verdad esas afirmaciones carecen totalmente de autoridad ya que no se verifican con hechos concretos en la realidad. ¿O acaso el tren urbano circula en Salta, en Puerto Tirol o en Córdoba? ¿O acaso Catamarca luego de quince años de Minera La Alumbrera ha salido de la postración y sus habitantes son ahora ricos a cambio de haber alterado la flora y la fauna como dice la Presidenta? ¿O acaso las mineras en Salta no nos están saqueando, llevándose por migajas el mineral de los cerros a la vista y placer del cipayismo local? Sólo hay que hacer el ejercicio de verificar cada vez que escuchamos estos cantos de sirena que la realidad que se ve por la ventana es otra. Y tal vez de esa manera dejemos algún día de creer en los mentirosos crónicos que ofician de gobernantes.

– (*) Presidente de Argentina 1989-1999

1 COMENTARIO

  1. De discursos y sofismas
    Totalmente de acuerdo Daniel. Cuando uno escucha a la Presidenta describir el país tras casi 9 años de gobierno, parece que hablara de Canadá o Noruega. Pero no, es el país donde la mitad de los niños de hasta 14 años son pobres, donde la gente viaja en los trenes como ganado, donde la concentración de la riqueza y la desigualdad social se acentúan año a año, donde el dinero de los jubilados es derrochado a manos llenas entre amigos empresarios y propaganda partidaria.

    Y ni qué hablar de Salta. Alejarse 100 kilómetros de la capital de la provincia hacia el norte, es entrar en la profundidad de la vieja Latinoamérica, la que los revolucionarios alguna vez trataron de cambiar. Pueblos enteros donde la mayoría de las familias comen una vez al día (la opción es almuerzo o cena); jóvenes sin trabajo efectivo o lo que es peor, sujetos a la bondad del intendente o del puntero político que le permitirán tener o no un plan social para poder subsistir; ni qué hablar de nuestros hermanos aborígenes que son consumidos por enfermedades evitables o por desnutrición.

    Una cosa es el Relato oficial (a nivel nacional o provincial) y otra es la realidad diaria de los argentinos.

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