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jueves, abril 25, 2024

El alma de Piazzola, el Jazz y la Sinfónica

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En la noche del viernes apareció el nieto de ese genio que fue Astor Piazzolla, me refiero a Daniel (“Pipi”) Piazzolla, que hace poco más de quince años formó, con amigos, el sexteto Escalandrum. Acompañó a este conjunto, un grupo reducido de integrantes de la Orquesta Sinfónica de Salta todos dirigidos por el maestro titular Jorge Lhez.

Salta, viernes 6 de noviembre de 2015. Teatro Provincial. Sexteto Escalandrum (Daniel Piazzolla/batería, Mariano Sívori/contrabajo, Martín Pantyrer/clarinete bajo y saxo, Nicolás Guerschberg/piano, Damián Fogiel/saxo tenor y Gustavo Musso/saxos alto y soprano). Orquesta Sinfónica de Salta. Director maestro Jorge Lhez. Festival Nacional Salta Jazz 2015.

Era adolescente y con un grupo de amigos escuchábamos WGPO de Washington en una antigua radio a válvulas. Emisora que por aquellos tiempos -no sé si existe aún- estaba dedicada al jazz. A los veinte años escuché a la notable “big band” que conducía desde el piano nada menos que un joven Lalo Schiffrin. Gran adepto a esta manifestación musical cuyo nacimiento surge de la unión de diferentes estilos afroamericanos, me di el gusto de oír figuras estelares del género y concluir que en nuestro país se hace jazz con muy poco para envidiar a los yankees. El Hot Club de Buenos Aires, Hernán Oliva, Swing 39, la Porteña Jazz Band, Héctor López Furst, el “holandés” Danemann. Rodriguez Jurado, Jorge Cichero, “Tito” Larre, “Fats Fernández, Norberto Minichilo y cientos músicos más, de antes y de ahora, cuyos nombres se me van, no solo se lucieron en el país, sino que afuera asombraron por sus modos que impresionan como si hubieran nacido, por ejemplo, en las calles tenebrosas del Harlem o del Bronx. En mis años jóvenes acompañaba en la batería a Jubal Vaca, pianista de jazz de Tucumán, ambos de modo vocacional pero divertido, en un local que se llamaba La Lucciola. En fin, puedo contarles mil momentos de esta música que desde hace mucho rompió barreras y obstáculos para llegar al mundo entero como un género a tener en cuenta.

En la noche del viernes apareció el nieto de ese genio que fue Astor Piazzolla, me refiero a Daniel (“Pipi”) Piazzolla, que hace poco más de quince años formó, con amigos, el sexteto Escalandrum. Acompañó a este conjunto, un grupo reducido de integrantes de la Orquesta Sinfónica de Salta todos dirigidos por el maestro titular Jorge Lhez. Pasaron páginas para el sexteto solamente, otras con arreglos para el sexteto y el grupo sinfónico muy bien hechos por el pianista Nicolas Guerschberg. Algunos de esos pentagramas de Mariano Sívori o de otros integrantes del grupo que lidera el “Pipi” Piazzolla desde sus parches. Surgieron originales del mismo Astor hasta llegar a “Buenos Aires Hora Cero” tal vez lo mejor del concierto. El teatro lleno, sobre todo de público joven que admiraron solos de los nombrados, más Pantyrer, Fogiel o Musso. Fueron los momentos en los que tuve la fortuna de escuchar lúcidas improvisaciones.

Una noche especial y poco frecuente. Sin dudas, es el lapso que por año se dedica a esa música realmente atractiva y que por supuesto aliento para que se siga haciendo, con ese particular crecimiento que los funcionarios responsables, por caso Agustina Gallo o Raúl Costaguta, ponen para que todo sea una fiesta. Faltó un programa de mano y como sucedió ya, estuvo la anarquía del horario no cumplido. En algún tiempo esto también se tratará con seriedad porque esa particularidad del jazz, llamada “improvisación” es para la música no para el resto.

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