Una escenografía de gran escala y funcional, un diseño de vestuario de excelente factura y una acertada composición escénica, más el acompañamiento siempre preciso de la Orquesta Sinfónica y el dominio del género lírico de los cantantes, son los ingredientes que hacen de la zarzuela El Barberillo de Lavapiés un espectáculo con temperamento y equilibrio.
Tras haber sido aclamado por el público anoche en su ensayo general, los salteños podrán participar del acontecimiento -es la única producción lírica salteña de este año- en el flamante estreno que tendrá lugar hoy viernes 5 de septiembre a las 21.30 horas en el Teatro Provincial de Salta, Zuviría 70.
Apenas terminada la función y aún con maquillaje, el rostro transpirado y los ojos aguados por la emoción, el Barberillo, el tenor platense Carlos Iaquinta, confesó: “Estoy muy emocionado, el aplauso fue muy caluroso. Agradezco al pueblo de Salta, gente muy afectuosa, muy calurosa y espero que se instale una tradición de zarzuela y de ópera en esta ciudad”.
Con el telón ya cerrado, el escenario parecía todavía pertenecer a una estampa del barrio de Lavapiés, donde ocurre la mayoría de los enredos e intrigas del libreto de Mariano de Larra Wetoret -hijo del famoso Fígaro-, con música de Francisco Asenjo Barbieri. Y es que sobre escena son 60 actores, muchos de los cuales aún disfrutaban del éxito, deambulando entre la monumental escenografía realizada totalmente en Salta al igual que el vestuario, diseñados por Alejandra Espector.
En esa algarabía, entre aires madrileños y salteños, se encontraba el maestro Jorge Lhez ultimando los últimos detalles con el director de escena José Darío Innella. Lhez recuerda que la Orquesta Sinfónica que dirige durante la puesta se formó esta vez con 50 músicos y que el Coro se extendió hasta 35 coreutas, y agrega: “Acabamos de terminar el ensayo general, estamos todavía en evaluaciones; pero fue un magnífico trabajo de la Orquesta, el Coro, mucha gente que trabajó: modistas, carpinteros, la gente del teatro se portó extraordinariamente, porque todos hicieron todo, en un espíritu de trabajo colectivo. Para Salta va a marcar un ante y un después de lo que es una puesta en escena, es realmente una bisagra para la actividad lírica de Salta”.
Por su parte, Inmella explica la clave del acertado manejo de la composición escénica: “Toda la estética parte de los cuadros de Goya que es la época, entonces lo que termina quedando es una zarzuela muy estilizada, no es la típica zarzuela, sino con mucho glamour”.
Entonces, al pie del telón aparece vestido de majo el coordinador general de la producción, Jorge Velarde, quien abandonando el acento castizo y en buen salteño, dice: “Se concreta toda esta gran producción, esperando a llegar a buen fin, pero cumpliendo con lo pactado. El público se ha divertido en las partes que tienen que reírse y han disfrutado la parte musical. Ahora nos quedan las tres funciones de viernes, sábado y domingo. Este ensayo general nos ha dado toda la fuerza para seguir adelante”.
Velarde se refiere a un largo año de trabajo para lograr esta súper producción que involucra a la Orquesta Sinfónica de Salta, el Ballet de la Provincia, el Coro de Cámara de la Universidad Católica y a un importante elenco de cantantes, solistas, más los técnicos, hasta llegar a un total de 136 personas, todas en función del arte lírico.
Por el Ballet de la Provincia participan seis bailarines bajo la dirección coreográfica de Daniela Pérez, quien explicó los criterios de estilo de las danzas: “Respetamos la escuela bolera (estilo de baile que se desarrolló en Andalucía y que surge del encuentro entre las danzas populares y el ballet clásico), sobre todo en la seguidilla del segundo acto. Lo primero que se ve es una Jota castellana que no es tan viva como la aragonesa”. Jotas castellanas, seguidillas manchegas y un pasacalle, conforman las tres participaciones de los bailarines en la zarzuela.
La puesta en escena mantiene la época y el estilo. Estamos hablando de la España del siglo XVIII durante el reinado de Carlos III, donde transcurre la acción de El Barberillo de Lavapiés. Por tal motivo son los cuadros de Goya (1746-1828), los que sirvieron de modelo para la línea narrativa. La obra fue estrenada en Madrid en el Teatro de la Zarzuela el 18 de diciembre de 1874.
La acción de El Barberillo de Lavapiés transcurre durante el reinado de Carlos III, tras el motín de Esquilache provocado por la prohibición de capas largas y sombreros anchos; fue la época en que se iluminó la Villa y Corte con faroles de aceite y en que surgieron los serenos. Ninguna de estas medidas fueron bien acogidas por quien buscaba la complicidad del disimulo y de la oscuridad, en apoyo de su impunidad.
El argumento, en un ambiente castizo, cuenta en tres actos dos historias de amor, una de plebeyos: Paloma y Lamparilla y otra de nobles: la Marquesita (seguidora política de Floridablanca) y Don Luis (partidario y sobrino de Grimaldi, rival político de Floridablanca), todo aderezado de un clima conspiratorio no exento de picardía y de crítica social y política; dichas historias se entrecruzan y se entremezclan con escenas costumbristas.
La crítica ha ponderado la orquestación de Barbieri, al decir que aplica a la trama una música vibrante, en la que destacan en unos números su brillantez (el preludio y presentación de Lamparilla, las seguidillas etc.), en otros su sustrato popular (la canción de Paloma, el dúo de Paloma y Lamparilla, el de las majas, las caleseras) y en todos una orquestación genial, una gracia que no caduca y que componen una obra extraordinaria de las que sin ningún sonrojo pueden competir con buena parte de las óperas.
La obra subirá a escena en el Teatro Provincial de Salta, Zuviría 70, esta noche, el sábado 6 de septiembre a las 21.30 horas y el domingo 7, a las 19 horas.
Las entradas se pueden adquirir en boleterías del Teatro a los siguientes precios: entrada numerada, platea preferencial $20, palco $15, platea común $10, pullman y súper pullman $5.
