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martes, abril 23, 2024

El ocaso de Juan Carlos Romero, el Gran Perdedor

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El escrutinio definitivo muestra que el Gran Perdedor político de las
elecciones es Juan Carlos Romero. Los ganadores indiscutibles: Juan Manuel Urtubey y Miguel Isa. Wayar no ganó, pero tampoco perdió, porque él no tuvo nunca voluntad de líder.

Transcurrido un tiempo de intriga y la resaca electoral de los que aún sufren, y (salvo un potencial y espeluznante fraude de último momento) con los resultados del escrutinio definitivo e irrefutable que habla de la voluntad soberana de los ciudadanos republicanos de nuestra Salta la linda, los guarismos reflejan que el gran perdedor político de estas elecciones es Juan Romero. Y los indiscutibles ganadores son: Juan Manuel Urtubey y Miguel Isa.

Tanto Urtubey como Isa han sido las infalibles locomotoras electorales de sus respectivos grupos partidarios. Walter Wayar obviamente no ganó, pero tampoco perdió. Porque éste nunca tuvo convicción, identidad, ni voluntad política de liderazgo alguno. Siempre fue y se sintió entusiasmado con ser un instrumento del poder. Wayar no tiene responsabilidad política, es inimputable.

Y en la sombra electoral, otro que desaparece de las grandes decisiones por ser un funcional pertinaz al sistema decadente, tiene nombre y apellido: Ricardo Gómez Diez. En rigor, el pueblo en función de la oferta fue sabio, y así definió el mapa político salteño.

El gran perdedor y el inicio del ocaso de Juan Romero

Juan Romero no debe hacerse el distraído ni concebir versiones, convertido como el gran estratega que, la jugada de Urtubey es la gran jugada de él. Que todo está arreglado. Que en el tiempo de intriga del escrutinio, corría la versión que independiente de las matemáticas es decisión de Romero que Urtubey sea el gobernador y “joderlo” -por no utilizar el término correcto ventilado-, al genuflexo.

Pero también queda reflejado que no debe confundirse lealtad con humillación. Independiente de la escasa y modesta preparación para ser el primer mandatario que, no necesariamente debe ser académica (Caso, Lula en Brasil o Evo Morales en Bolivia). Así, el caso no merece mayor comentario.

Continuando con el quid de la cuestión, Romero, en función de este actualizado escenario institucional, no tiene autoridad, legitimidad, ni posibilidades políticas para intentar el sueño quimérico de llegar a la presidencia de la nación. Romero como buen discípulo de Carlos Menem vegetará en el ostracismo un tiempo determinado en el Senado de la Nación hasta el definitivo ocaso.

Es como dicen los chicos: fuiste. Nunca más.

Ni siquiera para volver políticamente al terruño. Salvo que los nuevos líderes, Urtubey e Isa, hagan peor gestión en lo que se refiere a a soberbia, farsa, abuso y esencialmente a la indecente e impúdica calidad institucional de la cleptocracia Romeriana.

Además en el camino presidencial quedan fuera de juego -afortunadamente, para el país- el equipo de compinches integrado por los “ilustres” Yarade, Cantarero, Mascarello, David, Brizuela, Wayar, Daher, López Arias, Petrón, Ángel Torres, Matus, “indio” Godoy, los mostrencos “golden boys” (que según versiones, uno de ellos, con rango de Ministro estaría saqueando cajas de documentación pública?)

¿Nos animamos a decir, si han asimilado la lección ciudadana? Difícil, pero no imposible. Fue un voto procesadamente racional. Sino cómo se explica el significativo corte de boletas? El electorado fue y sufragó como se le antojó. No es una manada sumisa que recibió el voto y fue a depositarlo en las urnas según las indicaciones.

Así, en función de esa voluntad soberana quedaron en el camino personajes que no satisfacían expectativas electorales en ambas listas. Juan Romero: se puede jugar con el “colla” pero no con las alforjas. Esto se llama: costo político. Independiente de las responsabilidades administrativas, penales y civiles que le quepan.

Uno de los triunfantes: Miguel Isa

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Según nuestra visión política, en función de la lectura de los resultados del 28 de octubre pasado, en el nuevo contexto político, el actual Intendente adquirió legitimidad por propio peso específico, y presumimos, salvando de la hecatombe absoluta pero no de la lápida del ocaso al símbolo del oprobio. Reiteramos, independiente de la voluntad de cada ciudadano que sufragó como se le ocurrió. Nos consta que militantes del peronismo han trabajado estoicamente sin medir sacrificios y con un apasionante reconocimiento a su persona por la contención que encuentran en su liderazgo.

Entonces en el actual status quo, deducimos dos opciones: la primera, desensillar, reflexionar e iniciar el camino de la liberación personal. Liberarse del yugo del unicato y enfrentar la situación electoralmente para resolver los espacios del peronismo. O la otra alternativa, si el sometimiento y el servilismo es su naturaleza, su destino será el desprecio y/o la misericordia y el ocaso. El mismo que ya hundió a los hermanos San Millán o a los Wayar. Claro, supeditado a lo que decida o no innovar Urtubey en el peronismo.

El otro victorioso: Juan Manuel Urtubey

Además de la característica seductora con las mujeres, y sobre todo las jovencitas (muchas de ellas decían que, lo votaban solamente porque es “lindo”) lo determinante es que ha fascinado al electorado con la palabra del cambio: “El cambio soy yo”.

Esto ha generado confianza y aceptación. Una viga central a tener en cuenta: restablecer la confianza. Ahora, la gran incógnita: cuánto está dispuesto a dar señales concretas de cambio, que signifiquen un contraste con la gestión del emblema de la decadencia institucional.

Precisamente otra de las vigas medulares de la nueva gestión debiera ser la excelencia de la calidad institucional, recuperar valores, restablecer el estado de derecho, la esencia de la democracia. El cumplimiento de este compromiso es inequívoco, pero también de las organizaciones sociales y de los ciudadanos.

Juan Manuel Urtubey deberá demostrar que efectivamente se juega a fondo por una opción republicana inclusiva.

Retomando el hilo del tema, mencionaremos frases -entre otras- atractivas y convocantes con la que Urtubey logró que nos identifiquemos masivamente:

– “Seré un esclavo de la ley”

– “Valoro mucho más a los dirigentes que tienen dignidad y dicen claramente que piensan distinto y se la bancan”

– “La clave está en romper la concentración económica”

– “Aspiro a un gobierno profundamente humanista que vuelva a poner al hombre como centro de la gestión”

– “Hay que entender que la provincia no es una fábrica que debe generar ganancias sino generar servicios eficaces y oportunos para la gente”

– “Aquellos que se van tienen que entender que hay otros que vienen y espero que tengan la madurez política de entenderlo”

– “Aquellos que andan por la sombra que se cuiden porque vamos a garantizar una Salta con justicia, vamos a garantizar que se respeten los derechos de cada uno de los salteños”.

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Compartimos el criterio del periodista Sergio Poma cuando dice: Urtubey le ganó al fraude. Además de las compras de fiscales que aducen analistas y pillajes que nos comentaron los propios acólitos. Versiones de la confección de actas del escrutinio distorsionadas con la realidad a favor del oficialismo. Incluso falsificaciones de esos documentos comiciales.

La estafa electoral estaría tramada, porque sugestivamente una integrante del Tribunal Electoral Provincial ha sido beneficiada con jugosas prerrogativas por el actual Ministro Néstor Javier David. Y era vox populi de algunos correveidiles que afirmaban que se ganaba o se ganaba como sea.

Así, el electo gobernador, asumirá con una significativa legitimidad de origen, números más o menos un 90% de la voluntad electoral que podrá consolidar, ampliar o derrochar con la legitimidad o deslegitimad de capacidad de gestión.

No sólo que no debería defraudar la voluntad popular sino que es prisionero del mandato de sus palabras o promesas. Porque con humildad, aspecto de persona culta, buen discurso –¿no guitarrero?-, inteligente, lenguaje adaptado a las circunstancias y sorpresivas actitudes astutas, caso: caminar los barrios, presentarse solo a las reuniones establecidas o la ida al grand bourg a saludar personalmente a los trabajadores, ha generado enorme expectativas que a su vez se convierten en presión ciudadana. Más el escaso margen de diferencia. Por eso apreciamos que no dispondrá del tradicional periodo de gracia que se le otorga a un nuevo gobierno.

Decididamente debería afirmarse y su sustento debiera ser el contacto directo con la gente y en una crisis de representación con representantes genuinos de los distintos estamentos sociales. Más allá del fortalecimiento de las actuales alianzas, deberá tener la capacidad de construir un espacio político sustentable. Será el responsable directo de que su gabinete deba estar representado por funcionarios presentables que jerarquicen su gestión.

La población hace valoraciones sencillas, dime con quién andas y te diré quién eres. Debe despejar la versión de terrorismo de los que se van: Que en Hacienda asumiría Hernán H. Cornejo o Fernando Yarade (uno de los responsables de la aplicación ilícita de la Ley de Administración Financiera trucha en las cuentas publicas del estado provincial, una evidencia esencial del caos). O que aparezcan en escena personajes considerados nefastos que la sociedad los transformó en iconos de lo reprochable en tiempos pasados. Está bien, Perón decía que hasta con la bosta se hacían paredes. Pero estamos en una época que las paredes de barro no existen.

Antes y después de las elecciones algunos referentes de la decadencia sostienen que se debe “negociar” la gobernabilidad con el peronismo. Ahora joroban con la colegiación del poder. Se deduce que el gobernador electo no se dejará condicionar por los nuevos ricos (funcionarios que estando en la función pública se convirtieron en empresarios hoteleros, propietarios de inmobiliarias, etc.) que dicen ser peronistas o resolutivamente también hay que ir por el Partido Justicialista. Que sean los afiliados quienes elijan democráticamente a quienes los conduzcan.

Se debe aplicar una operación quirúrgica sin anestesia. Ratificar el liderazgo y aglutinar el justicialismo, dejando de lado la indecisión y la escoria.

El “macho” alfa del peronismo está desacreditado y debilitado por sus propios horrores y errores. ¿Se animará entregar la banda y el mando personalmente el 10 de diciembre próximo? ¿Percibirá el repudio de los vilipendiados ciudadanos como escarmiento y golpe a la impunidad?

La legitimidad del poder con los límites institucionales se ejerce, no se comparte. Si la honestidad intelectual y coherencia se convierte en realidad en la práctica, la carrera política de Juan Manuel Urtubey recién empieza.

Miguel Rojo, Eduardo Vargas y Sergio Ibarra son el Secretario General, el Secretario Adjunto y el Secretario de Organización respectivamente, de la Asociación de Trabajadores de la Administración Pública Provincial y Municipal de Salta (A.T.A.P.)

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