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miércoles, abril 24, 2024

Es el mundo, estúpido

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Durante el proceso eleccionario en EEUU en 1992, el jefe de campaña de Bill CLINTON, el estratega James CARVILLE, puso el acento en tres aspectos que se debían cuidar para ganar. Uno era el sistema de salud, el otro la palabra cambio, y el tercero era la economía, que para ponerle énfasis se le adicionó “estúpido” como quien llama la atención de lo obvio.

Esa frase se hizo famosa en ese país y luego internacionalmente, no ya solo en relación a la economía, sino en toda situación en la que alguien quiere poner el acento sobre lo que resulta obvio (es la inflación, estúpido¡ es el déficit fiscal, estúpido¡ etc).

Terminada la reunión del llamado G20 en Buenos Aires la semana anterior, era previsible que la conferencia de prensa del presidente MACRI estuviera plagada de autoelogios, y que se incluyera repetitivamente en la misma, la palabra éxito.

Alberto EINSTEIN definió magistralmente la relatividad, definiéndola como una situación que depende de la posición del observador, y el concepto si bien pertenece a la física cuántica aplica a todos los ámbitos, en este caso, la noción de éxito depende de dónde esté parado ese observador.

Esa centena de personajes que participaron del evento, entre miembros plenos, invitados y allegados, representan el 1% de la población del mundo, que en 2017 acaparó el 85% del dinero producido en cada región. (Informe OXFAM – 2017)

Es decir que para ellos y sus mandantes cada uno de estos cónclaves, en los cuales fijan sus posiciones de poder, distribuyen a cuenta de futuras ganancias globales los porcentajes de cada uno, y sobre la base del endeudamiento progresivo del resto se siguen enriqueciendo, obviamente sí ha sido un éxito.

Pero para los que la miramos desde afuera, desde la posición del que pecha el carro –tenemos que ir todos juntos dice el liberal presidente, sin diferenciar entre los que van en el asiento y los que empujan en el barro- en una arenga incoherente frente a la cruel realidad de ignorar la realidad de desigualdades.

Con la partida de los popes del poder mundial cada uno a su lugar de origen, poder éste que ya ha dejado de ser geográfico o militar y donde las fronteras literalmente han desaparecido para ser sustituidas por sistemas financieros y especulativos, la soledad del mandatario Argentino se hizo más que evidente.

Y en su propia casi insoportable mediocridad, vociferaba que “el mundo reconoce que vamos en el camino correcto”, basada su pobre convicción en la cantidad de elogios que recibió de personajes como Christine LAGARDE, y hasta de gente peor.

Los cobradores seriales del endeudamiento regional latinoamericano, y los engrosadores de cuentas secretas en paraísos fiscales generados por la bicicleta financiera del oficialismo gobernante, aplaudieron a rabiar al cipayo presidente.

Como no podía ser de otra manera, viajaron agradecidos de los gigantescos favores monetarios recibidos, y habiéndose asegurado la receta de la que se enriquecen: recesión, devaluación, precarización y ajuste.

Y a ese coro de usureros aduladores que no quieren perder el jugoso negocio, el ingeniero deudor los llama “el mundo”, como gritándonos a todos los restantes habitantes de este otro lado, que nos tenemos que avivar.

Y asumir más temprano que tarde que para él y su élite gobernante ese esquema es el que les conviene y enriquece, a costa del empobrecimiento de todos los demás.

Porque ese sistema, nos está diciendo en la cara el limitado mandatario, “es el mundo, estúpido”. El mundo nuestro, reducido, excluyente, privilegiado y elitista, del que Vos y tu familia nunca formarán parte.

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