El IV Encuentro Regional de Teatro del NOA arrancó con la presencia de Rodolfo Pacheco y Cristina Idiarte, representantes provinciales del INT por Jujuy y Salta respectivamente. Invitaron al público a ver La Faranda en Performance y el festival arrancó con “Musas”, de Santiago del Estero.
Antes de la apertura, los integrantes de Generación Crítica, proyecto vinculado a Escuela de Espectadores del Instituto Nacional de Teatro, nos reunimos en un camarín del Salón Auditórium, por lo que agradecemos la gentileza a la actriz Ana María Parodi, directora del teatro, quien nos cedió gentilmente el espacio. Asistieron a esta primera reunión del grupo la profesora Lorena Miranda del Equipo Técnico del CAJ y Cristian Lezcano, coordinador del CAJ de la Escuela Siglo XXI. Recordemos que el Proyecto de Escuela de Espectadores se realiza en Salta desde hace 4 años y desde el 2011, el INT trabaja en Co-gestión con el Ministerio de Educación de la provincia de Salta a través de los CAJ. Lorena nos ayudó a conformar la lista de los jóvenes participantes de colegios secundarios, tal es así que conocimos a Javier Alejandro Fernández (EET 3118), Fernanda Irusta (Siglo XXI), José Rojas (Siglo XXI) e Ivana Micaela López (América Latina). El grupo se completa con Brenda Godoy, Adriana Pica, Emil Rodríguez y Ana Ramírez, del Colegio Scalabrini Ortiz.
La siempre inquieta mirada farandesca sobre el teatro, abrió el telón el martes 20 de marzo a las 20 hs. para este nuevo Encuentro teatral. Con su retablo montado en la entrada del Salón Auditórium, Claudia Peña y Fernando Arancibia dieron vida a graciosos muñecos que dispararon humoradas sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro teatro. Los artistas del grupo se dedican de tiempo completo al teatro, realizan giras por el país y tienen propuestas variadas para los colegios, a los que llevan su retablo y su arte.
La primera obra a la que asistió Generación Crítica fue a “Musas”, del venezolano Néstor Caballero, presentada por los grupos santiagueños Proyección Teatral y La cuarta pared bajo dirección de Fabián Ávalos, en el Salón Auditórium (Belgrano 1349), a hs 21.
Fridha Kahlo y Sylvia Plath
– Por Ivana Micaela López
Mujeres con un futuro incierto que se limitan a vivir el día a día, convirtiendo en arte sus emociones y plasmando sus vivencias.
Mujeres liberales que a la vez se sienten prisioneras de ellas mismas, viven el enigma de la muerte y la vida después de la muerte.
Cada una deja huellas de su existencia sin saber que el hecho de vivir las ha llevado a la trascendencia.
Cadáveres felices
– Por Romina Chávez Díaz
María Marta Batalla interpreta a Silvia Plath, poetisa estadounidense que cultivó la poesía confesional. Se casó con al poeta inglés Ted Hughes, quien más tarde sería el difusor de su obra pero con quien mantuvo un tormentoso romance durante toda su vida. Plath tuvo dos hijos, Frieda y Nicholas, y sufrió desde la infancia la muerte de su padre cuando tenía sólo 9 años. En la obra, Plath cruza a la vida de Fridha Kahlo, interpretada por Alicia Alba, reunión ficticia que acontece a propósito de dos musas, divinidades que representan el arte en dos de sus formas: literaria y plástica. Fridha, pintora mexicana casada con Diego Rivera, aparece magnificada en su esencia promiscua e infiel cuando tuvo relaciones con el exiliado ruso León Trotsky.
La biografía de Plath se muestra durante toda la obra. La escritora se suicida con gas a los 30 años, deja a dos hijos pequeños y en Londres, circula la sospecha de un sólo culpable: Ted, quien le era 
infiel con Assia Wevill. En Fridha hay más detalle tragicómico y se apela a frases muy cuidadas y liberalidades que hacen de la pintora un personaje de color. “Soy una musa coja”– exclama. Y entre risas dramáticas, el público se acerca a los berretines y extravagancias de una mujer única. “Me parí en plena revolución”– dice entre sus muchos parlamentos sardónicos. El desamor atraviesa la vida de ambas. Son protagonistas de un dolor que no cesa ni con la muerte, y que se ha eternizado en sus obras. Bailan y beben para ser cadáveres felices. Alicia Alba compone de manera extraordinaria a la Kahlo y conmueve al punto de las lágrimas cuando entre la platea solloza “morfina”. Hiere de manera inspiradora, como estas musas, como sus pétalos derramados hacia la posteridad.
