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viernes, abril 26, 2024

La culeada

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Grisel Nicolau es María Kilina, la culeada, el personaje protagonista del cuento de Humberto Bas (1989). “Es un cuento tremendo… tremendo”, dice Grisel. En verdad que ante el final desgarrador de la historia, uno queda petrificado en su asiento. La puesta se efectivizó el pasado viernes, a las 22 en el Salón Auditórium y se repuso anoche.

Apenas un contacto de camarín con la actriz después de su actuación breve y efectiva, intensa por su historia y por su escenificación, uno nota la pasión por lo creado.

“He adaptado el cuento pero lo hago desde otro lugar”- dice Nicolau. Y es porque a veces, hay raptus de humor. Comenta que las personas tienen que poder recibir una historia semejante. Acuerdo con eso.

Le pregunto si hay una especie de “ritmo” español en sus parlamentos. “Quizá sea porque viví en España”- dice. Esa cosa del acento que combina una especie de cantata suave, melodiosa, me ha llamado la atención. La actriz vive en Neuquén y es lógico que un salteño descubra las tonadas diferentes. Pero también, el ritmo es clave de la poesía y aquí juega bien el decir con la forma de hacerlo.

La obra se estrenó en el año 2004, por lo que lleva varios años de realización y fue llevada por diversas provincias.

“La culeada” explora los reveses de la sexualidad femenina. Kilina es abusada por atrás. Su tal Pancho, con quien tiene relaciones sexuales desde muy temprana edad, es bien animal y ella está puesta en ese lugar. Terrible, sufriente, doliente. Su madre le hereda ese dolor y esa resignación por esta forma de lo sexual sin placer porque entiende que una mujer se hace a golpes. También hay un “deber aceptar la violencia” como algo natural en lo femenino.

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El desastre se desata porque no hay otra forma de saldar esta humillación más que por el asesinato y el suicidio. La muerte surge como liberadora del abuso y la violencia. Una posición extrema que evidencia la vejación y lo abominable, lo oscuro y perverso de la sexualidad que se debe aceptar por que sí, el instinto se opone al eros, impuesta desde una cultura de lo normal. Aunque en realidad, la obra va más allá y acuerda con un “darse permiso” para el goce.

Mientras Kilina narra su historia, otras voces de mujeres se entremezclan. El discurso contrareligioso se opone al sufrimiento y el Pater Noster y el Credo son resignificados como plegarias al placer. Sería un “en el nombre del sexo” como el Padre del erotismo.

La actriz, vestida de rojo, trabaja delicadamente su cuerpo. Crea espacios con unos pocos elementos y su cuerpo es la propia escenografía creada para el drama. La actriz rompe estructuras que amortajan el cuerpo y la desnudez de sus piernas son análogas a las de su alma. Habla con el cuerpo. Evidencia técnica actoral y plasticidad. La voz está bien trabajada e incorpora el canto como metáfora de la soñadora, como anhelo de la romántica.

La imagen potente de la mujer en la hamaca (suspendida en el aire) es un juego corporal exquisito. La puesta tiene una fragancia natural y la actriz sintetiza en sí misma, el trabajo de dirección realizado por Paula Mayorga con estructura dramatúrgica de José Luis Valenzuela.

FICHA TECNICA

– Actriz: GRISEL NICOLAU (actriz y profesora de teatro)

– Dirección: PAULA MAYORGA (actriz directora y profesora de teatro)

– Dramaturgia: GRISEL NICOLAU

– Estructuración de Dramaturgia: JOSÉ LUIS VALENZUELA (director, pedagogo e investigador teatral)

– Diseño de Luces: MARCOS SANDOVAL

– Banda Sonora: MARIO SILVERI

– Fotografía: MIGUL VILLEGAS

– Duración: 40 MINUTOS

Breve cultural relacionada:

https://www.salta21.com/spip.php?breve838&var_mode=calcul

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