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viernes, abril 26, 2024

La renuncia del Director Enrique Roel

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El director titular de la Orquesta Sinfónica de Salta, Mº Enrique Roel, ha dejado el podio de la misma con una renuncia formal ante sus superiores.

Tuvo la gentileza de hacérmela saber a través de un respetuoso cuanto cordial correo electrónico en el que recuerda el “respetuoso vínculo generado” entre su labor como conductor de nuestro organismo sinfónico y mi calidad de crítico en Salta de la Asociación de Críticos de Argentina.

Señala también las motivaciones de su renuncia originadas en una “cerrada legislación vigente” que exige la dirección del 70% de los conciertos de la orquesta lo que impediría la aceptación de su parte, de una importante cantidad de invitaciones a dirigir otros organismos en otras latitudes con lo cual se atentaría contra su progreso artístico-profesional. Aprovecha para señalar la excelencia de los integrantes de la agrupación, de los funcionarios que compartieron su labor con él, la satisfacción de haber “conducido una gran orquesta” y la “relación de mutuo respeto y conciliación” con el actual Ministro de Cultura y Turismo.

No es menor el detalle de la enorme cantidad de comentarios que, bajo mi firma, han publicado Salta 21 (en el orden local) y Mundo Clásico (en el orden internacional, página que es leída por muchísimos diletantes y profesionales en el mundo de habla española) referidos a las presentaciones llevadas a cabo por la Orquesta Sinfónica de Salta conducida por el Mº Enrique Roel. Comentarios, críticas, conceptos, etc. que están al alcance de cualquier persona que desee buscarlos en esos lugares, por lo que en este caso mis reflexiones estarán dirigidas a la función que le cabe a un director de orquesta, dejando que cada uno de los que vivió el ciclo Roel llegue por sí solo a sus propias conclusiones.

El desaparecido aunque famoso director Charles Munch, legendario conductor de la Sinfónica de Boston y creador de la Orquesta de Paris, decía: “el resultado final de un concierto depende de la orquesta, pero todo lo hecho previamente depende exclusivamente del director cuyo éxito no surge de la belleza de sus gestos o la elegancia de su silueta, sino de los elementos que hacen al arte musical y que deben ser transmitidos a los músicos durante el período de ensayos”.

No es este el lugar para hacer historia sobre este complejo trabajo artístico. Sin embargo, es oportuno mencionar las principales actitudes que el conductor debe asumir, que desde el barroco, cuando aparecieron tímidamente los primeros directores, llegaron a adquirir importancia fundamental a partir del romanticismo musical durante el siglo XIX. Generalmente una obra musical tiene un autor, un ejecutor o intérprete y un oyente. En el caso de la música sinfónica, la ópera o el ballet, siempre hay un intérprete. En este caso también, casi siempre es preciso un director que en un principio era el “concertino”, “maestro de capilla” o “primer violín” y que la complejidad sonora de lo que vino luego, hizo necesaria la intervención de una persona que atendiera a la mas eficiente participación de los músicos dirigidos. Similar situación se produce con la música coral. En natural consecuencia, todos, absolutamente todos deben someterse a una autoridad única, la del director que en ese momento pasa a ser el responsable de la interpretación.

Stravinsky, ese genio del siglo XX, solía decir “mi música no necesita interpretación; debe ser ejecutada tal como la escribí”. Aún con esa tajante definición y particular expresión de deseos del notable compositor, guste o no, el director interpreta la obra. Y ¿qué significa “interpretar”? Intentar llegar con la mayor aproximación posible a las intenciones, los modos, el carácter, etc. de la obra musical. Para ello el conductor o director cuenta con herramientas que deben ser usadas. Su trabajo comienza mucho antes que la preparación o el ensayo. El director debe estudiar la partitura hasta llegar a la comprensión total de la obra. Parte por parte, sector por sector, el significado sonoro, el mensaje del creador. Debe partir del concepto que lo más importante de la partitura está en la afinación y en la elección del compás. Todo lo demás viene por añadidura. La afinación es un elemento que depende de la calidad artística del músico de orquesta. El tempo, el compás, depende del director, que lo deberá indicar con claridad indiscutible. Del director depende la “entrada” de cada instrumento aunque al ser imposible marcar todas y cada una de ellas, deberá preparar en los ensayos para que el instrumentista ingrese su sonido a partir de un hecho decisivo. Los matices “crescendos” y “decrescendos”, “ritardos”, “sforzandos”, “extensiones”, “cortes”, etc. dependen del director. Para ello cuenta con la gestualidad que surge de sus manos, de su cabeza, de sus ojos, de su expresión facial, de sus movimientos corporales, de su palabra en los ensayos.

Como se ve, el trabajo del conductor orquestal es extremadamente complejo y requiere una gran sabiduría musical. Aclaro que he mencionado los aspectos verdaderamente básicos de la función pues no alcanza la extensión de un artículo para indicar todas las tareas que tiene el director en el ejercicio de su cargo pues a lo musical se debe agregar, por ejemplo, el “afecto societatis” con los músicos, los resortes administrativos de su relación con los dirigidos, la confianza que debe despertarse en estos últimos para que su labor tenga la seguridad solicitada, en general todo aquello que debe hacerse antes de llegar al resultado final, o sea, la ejecución del concierto propiamente dicho.

Encontrar esa persona no es tarea fácil. En Salta se optó por hacer un concurso con un lapso determinado de duración. No estuvo mal. La ley nº 7072 fue eficaz pero ya han pasado doce años y debe mejorarse. La elección inicial de director titular y asistente fue la acertada para esa etapa de la orquesta. En ese lapso su crecimiento fue constante y evidente hasta llegar a ser nombrada la mejor orquesta del país por mis colegas de la Asociación de Críticos de Argentina. Lo que vino luego, no fue igual y el llevar sobre mis espaldas más de sesenta y cinco años vinculados al funcionamiento y presentaciones de orquestas de todo el mundo, desde la mítica Filarmónica de Berlín hasta la mas modesta agrupación que alguien pueda imaginar, desde el famoso director Sir Simon Rattle hasta el más mediocre de los conductores que me tocó en suerte oír y observar, puedo decir con alguna autoridad que nuestra sinfónica nunca pudo superar aquella primera media docena de años.

Vivir en nuestra ciudad no es el principal requisito del director de nuestra orquesta. Ello no agrega nada a sus condiciones musicales y a todo lo que acabo de señalar, pero sí brinda una integración comunitaria que de otro modo no se logra. El director X no será mejor director si vive en la ciudad de su orquesta, pero sí conocerá y comprenderá mejor a sus oyentes, a los funcionarios de los que depende, ayudará a diseñar un repertorio acorde con las necesidades musicales y espirituales de la población a la que debe estar dirigido su trabajo, elegirá mejor la cantidad y calidad de los solistas invitados, de los directores invitados. Por ello es imprescindible, poseer los atributos de un buen conductor señalados más arriba, vivir en nuestra ciudad, modificar el marco legal de su labor, cambiar la metodología de elección dejando ésta en manos de nuestra gente que ya está capacitada para hacerlo, elevar la composición del Instituto del cual depende nada mas y nada menos que los cuerpos estables de la provincia. Debe cambiarse el lapso de tres años para el director porque ningún maestro de la talla de lo pretendido, puede venir a jerarquizar nuestra actividad musical. Como sucede en los grandes organismos orquestales del mundo. Hemos madurado lo suficiente para pretender llegar a lo que, justificadamente, aspiro por el bien de la música culta, seria, académica, clásica, de Salta.

– Notas relacionadas:

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2 COMENTARIOS

  1. La renuncia del Director Enrique Roel
    Es lo mejor que he leido en estos ultimos tiempos sobre un hecho cultural. La elegancia, la dosis de conocimiento, las enseñanzas que deja el señor Carrer son un lujo para mi ciudad. Totalmente de acuerdo con lo que dice. Además, lo dice en su función de crítico veraz, se corresponde con lo que traves de los años ha ido sembrando. Gracias.

  2. La renuncia del Director Enrique Roel
    Realmente este hombre a quien leo casi siempre, el crítico José M. Carrer, como de costumbre, dá exactamente en la tecla de lo que queremos de nuestra sinfónica. Nuestra sinfónica porque la pagamos todos con mucho gusto. No tuve la oportunidad de conocerlo personalmente pero lo voy a hacer. Por lo menos deseo hacerle saber desde mi modesta posicion de oyente, cuánto ha aportado cuando fue funcionario y como crítico, a la cultura de mi provincia. Ojalá sea escuchado por quienes tienen la tarea de decidir y busquen, como él dice, lo mejor pàra la orquesta que queremos. Lo felicito don José.

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