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viernes, abril 26, 2024

Los intelectuales y Marx (II)

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Hacia 1845, todavía “Karell” era “… hegeliano–marxista …”; luego, conserva sólo “… el lenguaje (hegeliano) …”, para después eliminar la dialéctica o bien, para operar con una “диалектика” que es “… una dialéctica de la vida …” –Henry, Michel: Marx. Volumen I. Una filosofía de la realidad. Ediciones La Cebra, Buenos Aires, 2011, pp. 219, 221.

Fuera de lo dicho. “Cerificación”

Mientras buscaba por Internet datos acerca de este glosador del nieto de Levy, para concluir con mi nueva obra sobre el admirador de Esquilo, adquirí el libro del fenomenólogo cristiano vietnamita, nacionalizado francés.

Había tenido noticias de él a través de una cátedra olvidable de la más olvidable todavía, Facultad de Humanidades, y me había entusiasmado por los comentarios de un tal Mario Lipsitz en torno a Michel.

En simultáneo, ubiqué otras anotaciones sobre Henry y ya aquel entusiasmo, que se había aminorado con las apostillas de Mario, terminó por anularse, a raíz de que se cacareó tanto con lo inédito de lo que esgrimía el novelista galo, que lo que se esparció no atesoraba proporción con lo que se ventilaba.

Comencé la lectura de la obra aludida, la cual tardó en ser disponible en español, dado que el libro es de 1977.

Primidad

El mamotreto del vietnamita, desea combatir en desmedro de los “marxizmusok”, en contra de Engels, en desmedro de Althusser, en contra de la dialectique en Karl y en desmedro del “materialismo” en el lector de Gogol.

Atesis

En lo único que acierta Henry, es en la caracterización parcial de los marxismos como la sistematización de la ignorancia respecto al amigo de “Friedrichen” y en el desmantelamiento del revisionista leninista, Althusser, el que aspiró, como Michel, a darle lecciones de marxismo a Marx.

En todo lo otro, no da en el clavo ni de cerca.

Secundidad. “Affermazione”

Primero, cae en el absurdo de homologar todo tipo de dijalettika con la Metafísica, y de considerar que la dialéctica por antonomasia en Wilhelm es la “biànzhèngfǎ” de la Fenomenología del Espíritu, lo que hemos refutado hasta nuestro aburrimiento y hasta el hartazgo de los demás.

Evaluar que en Hegel insiste una única “dialektyka”, es no salir de los marxismos, ni del leninismo, que es lo que deseaba el novelista.

Con respecto a que la dialéctica, por ser tal sin importar su estructura y su empleo, es metafísica, decimos que si la dialectics no se convierte en un método, si no se extiende al funcionamiento del universo, como en Wilhelm, etc., esa dialéctica no necesariamente es metafísica.

Tercidad. “Verneinung”

Otro de los aspectos que no le permiten a Henry, fugar del inmenso campo de fuerzas que es el marksizmot y el leninismo, es considerar que en el padre de “Guido” hay materialismo histórico, aunque ese materialisme historis se interprete como el que establece los “a prioris” (!!!) por los que funciona la historia en cuanto Historia de los individuos.

No se entiende cómo se las arregla para aceptar el materialismo histórico y para negar el materialismi en “Karell”: si existe el primero, tiene que haber por lo menos un materialismo en el admirador de Engels.

Cuarteridad. “Duobla Negadon”

También hemos asentado que no hay materialismo histórico, ni tampoco NINGUNA MALDITA clase de filosofía; ni de la “realidad”, ni de la “economía” o de lo que fuese.
Por lo demás, si se quiere escandir el marxismo del padre de Franziska, no es lo más estimulante diseminar lo obvio: que existen obras políticas, libros económicos y palimpsestos filosóficos.

Las obras que parecen libros económicos, como los “Grundrisse”, El capital o las Teorías…, no son obras económicas.

Los libros al estilo del Manifiesto, no son exclusivamente, obras políticas, sea lo que fuere lo que se quiera vomitar con eso.

No existen libros filosóficos en el pobre Marx.

Quintidad. “Clinamen”

Lo trágico de estos autores, no es sólo que uno los tiene que padecer, leyéndolos, sino que ni siquiera poseen la inteligencia para percatarse de los contrasentidos en los que se enredan.

Para mencionar el más evidente, luego de su Introducción, el francés dice que permitirá hablar “… al propio Marx” –Henry, 2011: 30. Y lo que ejecuta es escribir él en torno al suegro de Aveling… (o sea que el yerno de von Westphalen no es el que hablará).

Por otro lado, cabe preguntarse, empleando lo que nos enseña Pêcheux; ¿quién se considera Michel para decir que le dará la palabra a Marx?

Nadie puede considerarse el que, como Lacan con Freud, Vladimir con Karl, JAM con Émile, vendrá a restablecer al genuino, único, verdadero y sorprendente “hombre araña” Marx.

Lo que hay son interpretaciones que detentan ciertas consecuencias, que son más o menos funestas, de acuerdo a si uno guarda la lectura de Il’ich, a si se identifica con algún marxismo o a si procura que Karl no sea fundido con ninguna de las operaciones que acabo de mencionar y menos, con tipos como Henry, que mezcla en su pésimo entendimiento de Marx, su fenomenología, los delirios de Husserl y las alucinaciones del nazi de Heidegger.

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