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viernes, abril 26, 2024

Maestras: Homenaje a esas Mujeres de sueños incumplidos

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La democracia la encontraría luchando por sus derechos, en las primeras huelgas de hambre y concentraciones docente frente al ex Consejo de Educación (un intendente fumigaría la plaza muy de mañana y sobre los huelguistas).

Nació en alguna localidad del sur de la provincia. Su ascendencia de inmigrante árabe y la vida de trabajo le dieron una mirada particular de la existencia, conciencia clara que todo se consigue con esfuerzo y desde abajo; tenacidad para carear las adversidades y la infundieron de un particular concepto de lo femenino y su rol en la familia.

Sin embargo, cuando era común que la mujer se quedara en casa, con sólo 17 años se recibió de maestra. “Maestra Normal Nacional” , diría su padre con orgullo.

En aquella época una maestra debía comenzar su actividad en el interior y allí en la hostilidad del paisaje rural encontraría la realización de su vocación.

“Pluma del Pato” , norte salteño, calor, escuelas que parecían taperas, y la población que miraba con desconfianza al “criollo” sería parte de sus primeras experiencias…donde la fragilidad de mujer transformaría en fuerza y el miedo en coraje.

Pero en búsqueda de un mejor salario siempre la llevarán más allá. A los valles serenos, fríos, lejanos e inhóspitos. Gente inocente, en un mundo que no había sido contaminado por la modernidad, que mantenía sus ritos y costumbres ancestrales, cuando la globalización era una pesadilla que no había llegado.

Allí fue amiga, consejera, enfermera… Y también maestra. En clase iniciaba a la escritura con “la palabra generadora” y en el recreo enseñaba juegos y rondas que los niños entonaban extrañados.
Veía la huerta, las gallinas, que hubiera leña suficiente para el horno, que amasara el pan y que la carne se salara para hacer el “charqui”, que los chicos tengan las uñas cortas y limpias.

Que la escuela estuviera habitable, los pisos de tierra apisonados y los techos de paja “torteados” para que no se lluevan, que las paredes estuvieran selladas y blanqueadas para que fueran invadidas por las vinchucas.

Y los fines de semana se visitaban las casas, se enseñaba el catecismo porque no había sacerdote. Siempre había un tiempito para organizar una “kermés”, buscar alguna donación para los premios y enseñar a jugar a los grandes a “Tumbar los tarros” o poner “la cola al chancho”; para participar en las “marcadas de los animales”, los ritos de la Madre Tierra y el Misachico…

Una vez al mes llegaba el médico y había que curar las heridas y administrar los remedios que de otra manera eran reemplazados por remedios caseros.

La democracia la encontraría luchando por sus derechos, en las primeras huelgas de hambre y concentraciones docentes frente al ex Consejo de Educación (Un intendente fumigaría la plaza muy de mañana y sobre los huelguistas).

Marcharía buscando ser escuchada hasta la misma FERINOA, donde los políticos de turno fingían; como siempre que nada pasaba. Entonces sería llamada “maestra porra” por algún gobernador de dudosa trayectoria.

Tenía sólo un par de sueños una casita con fondo amplio lleno de plantas para cuando se jubilara y conocer el mar…

Pero un decreto menemista borró la movilidad jubilatoria y con ella sus sueños de vejez tranquila. Sus haberes no alcanzan a cubrir los gastos de los remedios que necesita para curar las enfermedades y achaques que una vida de trabajo le hicieron a su cuerpo.

Sin sueños cumplidos, sin recursos, se acerca al fin de la vida mientras burócrata, economistas, y gremialistas vendidos se olvidan de los más viejos.

Por eso en el día de la mujer, mi homenaje a todas esas MUJERES, que no aparecen en los manuales escolares, ni tienen un monolito, que como mi madre, dieron la vida por un ideal de Patria, y que la Patria, en manos de unos pocos, no le devolvió nada…es más, las olvidó.


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