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lunes, diciembre 2, 2024

Mártires olvidados en la era del psicoterror laboral

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El 18 de abril de 1949 sangre proletaria bañaba las calles salteñas con cientos de heridos, en uno de los reclamos obreros más sangrientos registrados en nuestra provincia. Los cuerpos de estos mártires hoy descansan -ignorados- en el Cementerio de la Santa Cruz.

¿Por qué el 1º de mayo de este año nadie les rindió homenaje en Salta? Tal vez porque ellos son una llaga de la memoria que los sindicalistas traidores de hoy prefieren ocultar.

El abandono de los gobernados por parte del estado generó «excedentes», «piquetes» y «cortes de ruta» y la aparición de una nueva modalidad de «progreso» en la que el psicoterror laboral o acoso moral intenta disciplinar hasta el aniquilamiento a los trabajadores.

El «1º de Mayo» es considerado universalmente el día de la «Fiesta del Trabajo», por extensión «Día de los trabajadores» y «Día de San José Obrero»; una jornada que aúna la celebración festiva y la reivindicación obrera; fecha que reinstala en la memoria de todos que la sangre y la muerte de miles de trabajadores de ayer y hoy nos obliga a continuar la lucha. Ellos nos reclaman que la entrega de su vida no haya sido en vano y nos instan a liberarnos de un futuro de vergüenza por silencio e indiferencia cobardes. Sin embargo en Salta, el 1º de mayo de 2007 como ocurriera en años anteriores, nadie recordó a los mártires obreros que regaron con su sangre las calles de esta ciudad en 1949.

Ello a pesar de que se trata de una fecha que conmemora la fuerza organizativa de los obreros en pos del logro de reivindicaciones laborales, que conllevó a través de la historia el sufrimiento de golpes y heridos de bala, torturas, falsas e injustas acusaciones, penas de sentencias a años de trabajos forzados, muerte en la horca, fusilamientos, aprietes, humillaciones, traslados y despidos de quienes de una u otra forma levantaron las banderas de la libertad, la igualdad la dignidad de los trabajadores.

Ellos fueron conscientes de que generaciones venideras les reprocharían haber sido testigos mudos y temerosos de las disparidades sociales. Extendieron así su horizonte afectivo a toda la humanidad, fueron portadores de ideales irrenunciables, vencieron la moral raquítica, mezquina, despreciable, hipócrita, vana y cruel de los solemnes, mediocres, cobardes, serios y amargados de poder, los maquiavélicos, los que ejercen una caridad prudente dando sólo las migajas de sus ampulosos banquetes servidos a costa del pueblo trabajador.

En 1886 la acusación injusta y la mortal sentencia pretendió amedrentar en Chicago al movimiento obrero que se consolidaba con fuerte raigambre de solidaridad, pero aquellos mártires enfrentaron la muerte con entereza y valentía, con la oración de los creyentes, la firmeza de sus convicciones, el orgullo de los triunfadores, la alegría inteligente de ser y la esperanza de trascender visionariamente en la historia; se hicieron acreedores de la gloria reservada sólo a los héroes que tomaron la libertad ganando derechos y conquistando justicia; así eleveron los niveles de la existencia humana.

La traición sindical

En aquel entonces, el movimiento era señalado como «indignante e irrespetuoso», «delirio de lunáticos poco patriotas», «improductivos», «locos», «brutos», «gentuza», «sediciosos»,
«peligrosos». Fueron reprimidos brutalmente, como paradójicamente 126 años después se continúa haciendo, disparándoles a quemarropa, matándolos e hiriéndolos por los entonces «ávidos de sangre» llamados «chacales del gobierno», «bandidos del orden».

Los logros laborales fueron afirmados con la obtención de leyes protectoras que protegían al trabajador otorgándole un mejor salario, amparo social, vacaciones, etc… -que en nuestro país tuvieron su mayor auge con el inicio de la revolución peronista- y se consolidaron esas normas como modelo de legislación laboral para el mundo, las que lamentablemente nuestros referentes sindicales no supieron defender, ya que las subordinaron a negociaciones poco éticas que fueron constantemente desandando las luchas y renunciando a los logros obtenidos.

Las desmedidas ambiciones personales dieron lugar a la conveniencia de renunciar a todo proyecto político colectivo y sólo aspirar a la supervivencia individual: «no política», «híbrida», la del «no te metás» «mientras a mí no me toque» «si logro acomodarme» etc… este desinterés en el bien comunitario, sin historia, sin identidad, es una muerte existencial individual y social. Por ende hemos retrocedido y mancillado a aquellos pioneros que entendieron que los derechos y la libertad no se dan; se toman, se ejercen y se defienden.

Citando hechos trascendentes, en nuestra Salta también tuvimos luchas que en la memoria colectiva fueron olvidadas, como el asesinato de Salvador Rueda, Manuel Flores, Victoriano Silvestre y Allende. Hombres henchidos de valor y pobreza, que en la huelga del 18 de abril de 1949, cumpliendo disciplinadamente el mandato de la CGT regional Salta, fueron abatidos entre estampidos de balas, gritos de dolor, insultos, banderas y pancartas tiradas, en su afán por llegar a la plaza 9 de Julio.

Sangre proletaria bañaba las calles salteñas con cientos de heridos, en uno de los reclamos obreros más sangrientos registrados en nuestra provincia. Los cuerpos de estos mártires hoy descansan en el Cementerio de la Santa Cruz ignorados por trabajadores, sindicalistas, historiadores, legisladores y políticos, sin honra ni recordatorio en el día de su muerte, ni en cada 1º de Mayo.

Compañero: ¡recuérdalos, reza en su memoria, visítalos cuando la persecusión, la desigualdad y la injusticia asolen tu trabajo, déjate inspirar por sus ideales y su valentía! ¿O no tiene valor la vida de los trabajadores?. ¡Ellos son nuestros héroes!

Acoso moral y psicoterror laboral

El abandono de los gobernados por parte del estado y la desidia de parte nuestra trajo aparejado en nuestros días un quiebre democrático y un gran retroceso, con nuevas formas de deshumanización en el campo laboral: caída del nivel adquisitivo por bajos salarios, alto porcentaje de trabajadores en negro, jornadas laborales extendidas, precarización, subocupación, altos niveles de desocupación, tercerización, privatización, desempleo masivo, «excedentes» etc.

Estas situaciones fueron desencadenantes de dramáticas consecuencias sociales: «los nuevos pobres», «los excluídos», con el consecuente analfabetismo, inseguridad, violencia, muertes por desnutrición, comedores comunitarios, crecimiento de villas miserias, planes trabajar, en síntesis condiciones indignas de vida que llevaron a nuevas formas de reclamo: «el piquete», «los cortes de ruta» con marchas permanentes.

Bajo una nueva modalidad de progreso y la adecuación de los trabajadores a los cambios tecnológicos, la informática, las técnicas más profesionales y la ciencias empresariales de alto rendimiento, nuevos proyectos dieron paso a una etapa en la que el psicoterror laboral o acoso moral es la nueva forma dictatorial de disciplinar hasta el aniquilamiento a los trabajadores.

Dice Carlos G. Valles: «…para asegurarse el avance propio a costa de los demás, uniéndose, si es necesario, con otros para hacerle la guerra a alguien en particular…» sin medir el daño que se hace. Y Heinz Leyman define claramente: «En las sociedades de nuestro mundo occidental altamente industrializado, el lugar de trabajo constituye el último campo de batalla en el que una persona puede matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser procesado ante un tribunal»

Este malintencionado accionar persecutorio termina dañando psicológicamente al empleado sumiéndolo progresivamente en un cuadro depresivo, ansioso y con severos trastornos psicosomáticos. El profesor Leyman, quien ahondó en estudios acerca de los rasgos patológicos de los hostigadores señalaba: «El miedo y la inseguridad que experimentan hacia sus propias carreras profesionales, su propia reputación o su posición en la organización, les compele a denigrar a otras personas».

La armadura de estos mediocres es la imposición de sus ideas, cuidando su puestito. Para ello agreden, avergüenzan, culpabilizan, traicionan, mienten permanentemente, seducen a la superioridad con nimiedades, manipulan la organización con informantes a los que premian, usan modales torpes y arrogantes, buscan «darse importancia», tienen personalidad controladora, se adueñan del trabajo ajeno, usan un lenguaje rudo e insultante, tienen actitud de «sabelotodo». A sus víctimas las señalan como personas «agresivas», «problemáticas», «descontroladas», «con problemas psicológicos», etc.

Compañeros: Ante la sistemática violación física y psíquica, el atropello al honor y al buen nombre o reputación, la descalificación, la discriminación, ataques a la integridad personal, privación de la libertad de pensamiento, opinión, reunión y asociación; frente a la prohibición de la alegría, a las condiciones inequitativas, insatisfactorias y desiguales, debemos tomar medidas inmediatas y exigir a nuestras organizaciones sindicales que luchen por la justicia laboral y la reparación adecuada por todo daño sufrido por parte de los trabajadores.

Tenemos que denunciar, combatir y eliminar al monstruo de la opresión para promover la tolerancia, la pluralidad, la comprensión, la amistad verdadera y una mejor calidad de vida para nuestros hijos.

¡Hasta la Victoria, compañeros; unidos triunfaremos!

Salta, Mayo de 2007

Fátima Elizabeth Gramajo

Integrante de la Comisión Directiva de ATAP

(Asociación de Trabajadores de la Administación Pública de Salta)

Fuente: www.saltalibre.org

Imagen: www.mexico.indymedia.org

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