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martes, abril 30, 2024

Otra vez, el barbado de Trier y su decir sobre los precios –I

Notas más leídas

…los economistas contemporáneos transpiran confianza respecto al fetichismo de las fórmulas matemáticas en el ámbito del saber económico…

En el Estado (, aunque sea laico,) el poder de la religión es la religión del poder”, por lo que los poderes, el poder, son algo mítico, mitológico y los que anhelan poderes, el poder, son individuos alienados por ese deseo miserable de poderes irrisorios –el epígrafe es adecuado para concretar una transición de lo que diseminamos en torno a Paul-Michel y lo que espolvoreamos ahora, en este presente en que no estoy presente (cf. https://www.salta21.com/Foucault-III-La-sonrisa.html)

Marx Levy, Karl Heinrich Mordejái: “La cuestión judía”, 1992 b, 39, en La cuestión judía y otros escritos, Editorial Planeta–De Agostini, Barcelona, 1992 a.

A pesar del colaboracionismo de Ernest Jones con el nazismo, como el Psicoanálisis fue impulsado por Freud, que era judío, puede decirse que en la “… raíz de todo odio radical … al Psicoanálisis, (puede descubrirse) el síntoma de un antisemitismo … inconsciente” –y si esto es así con Šlomo, ¿no podría considerarse que algo similar acontece con Karl, en cualquier recusación de sus sentencias? (con el agregado de que con Heinrich, la repulsa de su pensamiento agregaría el machismo, el patriarcalismo, el conservadorismo, la homofobia, lo reaccionario, la misoginia, entre otros síntomas, a tal impugnación)

Roudinesco, Elisabeth: Retorno à questão judaica, Jorge Zahar Editor Ltda., Rio de Janeiro, 2010, 105

En el pasado,
con cierta melancolía,
alguien
viene
con figura
de hambre
y
se entrega
en el
tiempo

Primera Ceroidad

Lo que sigue en esta nueva presentación de lo que ha sido mi obsesión desde mis veinte años y casi por 3 décadas, fue parte de las interminables apostillas de mi maltratada Tesis Doctoral –a partir de una invitación de 2015 que provino de la Editorial “Publicia”, que se dedica a diseminar estudios de Pos Grado, intenté actualizar aquella Tesis, pero lo inconmensurable de una tarea ciclópea, me venció otra vez, sin que hasta ahora haya podido concluir con las correcciones y agregados a esas 1040 páginas [la Tesis comenzó a madurar desde que acabé con mi Tesina de Licenciatura, hacia 1998 y algo antes, me aboqué a un análisis sistemático de los Grundrisse (por lo que demandó un Proyecto de Beca de alumno, por lo que exigió mi Tesina y por lo que me insumió mi posterior Tesis de Doctorado, frecuenté más de veinte veces los 3 tomos de los Borradores, los tres volúmenes de El Capital y los 3 libros de Teorías sobre la plusvalía, lo que es algo insólito para Salta capital, aunque exista gente, a la que eludiré nombrar…, que en su momento, se haya burlado sonoramente, de que haya leído tanto las obras citadas)].

Sea lo que fuere, principiaré por ventilar que para mí, los economistas contemporáneos transpiran confianza respecto al fetichismo de las fórmulas matemáticas en el ámbito del saber económico. V. g., Wassily dice que la teoría moderna de los precios no le debe nada a la hipótesis del valor de “Karell” –Leontief, 1980: 103. Afirma que las apreciaciones de Heinrich son inoperantes desde el punto de vista de la labor científica (op. cit.: 111) y que gran parte de las teorías que llevan la seña de Marx, carecen de base –loc. cit.: 116. Por ende, Karl es un mero profeta (op. cit.: 106).

Refutaciones del tono de las precedentes, muestran que los cultores de un conocimiento ideologizado que aspira a figurar en los anales de la ciencia, sin conseguirlo –excepto a causa del consenso impuesto por los enormes centros liberales del planeta (Harvard, entre otros)–, son ignorantes de lo que elucubrara el que era oriundo de Tréveris: acaso sea atinado decir que todos los conceptos de la Economía Política son sencillos en demasía, para aprehender lo intrincado de procesos multidimensionales.

Leontief, Wassily Wassilyovitch: Ensayos sobre economía, Editorial Ariel, Barcelona, 1980.
Análisis económico input–ouput, Editorial Planeta–De Agostini, Barcelona, 1993.

López, Edgardo Adrián: Lumpengramatologías desacom/pasadas. Un Marx “estróngobo” y “asnal”, sin referencias, Editorial Publicia, Alemania, 2015 –es el resumen pulido de mi Tesis Doctoral y que se esparció en 2005 en http://www.centro-de-semiotica.com.ar/indice.htm#BIBLIOTECA.

Marx Levy, Karl Heinrich Mordejái: Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. Borrador (1857–1858), tomo I, Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires, 1971.
Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. Borrador (1857–1858), volumen II, Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires, 1972.
Teorías sobre la plusvalía, tomo I, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1974.
Teorías sobre la plusvalía, volumen II, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1975 a.
Teorías sobre la plusvalía, tomo III, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1975 b.
Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. Borrador (1857–1858), volumen III, Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires, 1976.
El capital, tomo I, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1983 a.
El capital, volumen II, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1983 b.
El capital, tomo III, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1983 c.

“Prva” Primificación

Por si fuera poco lo anterior, Wassily o comentadores con el perfil de Galbraith, acusaron a Heinrich de no tener una visión enmadejada de los acontecimientos, en particular, económicos, despreciando el análisis estadístico y no tomando nota de que innumerables devenires a los que aludía el materialismo deconstructor (la constitución de una tasa general de lucro, la emergencia de los precios medios, el intercambio entre los sectores I y II, etc.), eran estadísticos.

Sin embargo, aun cuando el técnico ruso se enreda en los prejuicios más inauditos de la economía vulgar [f. e., profiere que existe un progreso garantizado por una especie de darwinismo social –Leontief, 1993: 51–; que debiéramos erigir “monumentos” a los pioneros que hace tres centurias nos legaron las condiciones actuales de prosperidad (loc. cit.: 52); entre otras frases], es ineludible decir a su favor que remarca la perspicacia del impulsor de la tradición a la que adherimos. En una carta a Engels de 31 de Mayo de 1875, Karell anticipa en sesenta años el análisis estadístico para los ciclos económicos –que se corresponden con curvas irregulares, complejas– y para el estudio de los cracks (Leonfief, 1980: 111).

Por nuestra cuenta, resaltamos que para el suegro de Longuet sucesos como el de la convertibilidad son de naturaleza estocástica. Por consiguiente, los bancos requieren de una contaduría que se maneje con tales patrones, con el propósito de sistematizar una larga experiencia en las alteraciones del precio del dinero.

Galbraith, John Kenneth: Historia de la economía, Editorial Espasa–Calpe, Buenos Aires, 1993.

Marx Levy, Karl Heinrich Mordejái y Friedrich Engels: Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1975.

Primera “Atesis”

En otras zonas de claroscuros, una de las críticas ínsitas en la elevación de la norma valor por Heinrich, es que el tiempo medio que se estipula para invertir en un valor de uso, e. g., no sólo es algo ajeno al libre concierto entre los hombres, sino que ni siquiera es una cantidad exacta (Marx, 1971: 61 –1972: 415). Es un promedio que se infiere, a fuerza de pérdidas, a partir de los movimientos del mercado. Ese tiempo medio es un tiempo ideal y por ende, no puede servir como piso para la confrontación de los precios (1971: 65).

Por ello se hizo necesario el dinero; permite calibrar, aunque de manera defectuosa, cuál puede ser el tiempo medio ideal que el despliegue de las fuerzas genéticas, la competencia, la división de las faenas, entre otros elementos, instauraron en calidad de promedio colectivo –ídem. Si fuese legítima la exageración, el reino de la economía agostada por dicha ley ha sido el imperio de las cantidades aleatorias y medias, en tanto que cosas poderosísimas. El asunto es que en el capitalismo, existen mecanismos que opacan la visibilidad del funcionamiento de la regla valor: uno de ellos es la acción del dinero (1972: 310). De manera que los que pregonan que este principio autoritario no pauta la vida social en el sistema “post–burgués”, se dejan encantar por tales estrategias.

Por si fuera débil lo anterior para demostrar que el nieto de Levy no es ricardiano en la peculiar interpretación que lleva adelante, dirá que la norma en juego es reduccionista, ya que las causas intrincadas que pueden haber dado origen a un invento (por ejemplo, una máquina) son convertidas en cantidades que son funciones del tiempo –op. cit.: 195/196. Por último, los desarrollos del capitalismo ocasionan que la ley del valor tenga únicamente una validez virtual (1975 a: 164). F. i., es a todas luces ilógico plantear que el valor de un billete se corresponde con el tiempo de trabajo que se gastó en fabricar el papel –1971: 60–, los colorantes, las técnicas empleadas para disminuir las alternativas de falsificación, el control de calidad, etc. (es idénticamente absurdo, querer tabular el tiempo de tarea consumido para diseñar una marca y deducir de ello, el precio de la marca).

Første Secundidad. “Affermazione”

Introduciéndonos poco a poco en tema, en el volumen I de los Grundrisse, el arrinconado en Londres sostiene que hay un valor de mercado.

Para la mayoría, si no es que para todos…, valor y precio en el distanciado con Bakunin, son taxativamente, disímiles. Por otro lado, sabemos que hay un precio de mercado, por lo que el valor de mercado es precio de mercado –a esto, en mi Tesis de Doctorado, lo tuve que encubrir con circunloquios, con el objetivo de eludir que se atormentara mi conocimiento de “Karell” por la ignorancia de quienes me evaluaron. Existe pues, un valorprecio de mercado, aunque le suene insólito a Shaikh.
Aun cuando valor y precio se diferencien, en el valor/precio de mercado, valor y precio convergen. Por lo demás, si el precio de costo era un horizonte que tenía el capital para calcular si los gastos–valor le permiten obtener la ganancia media, el precio/valor de mercado cumple con idéntica función.

Au fond, lo que emerge de ello es que los agentes no controlan su vida social, y que palpita una escansión traumática entre las multiplicidades de los tiempos vitales y el tiempo de faena, por lo que abundan las “pistas” colectivas –que son las desiguales clases de precios– a través de las que los hombres, por ensayo y error, adivinan cuánto es rentable invertir en tiempo para recrear un valor de disfrute. En otros términos, el “valor”/precio de mercado es un referente por el cual el mercado sanciona si una mercancía se ajusta a los precios medios de costo –Umpiérrez Sánchez, 2003: 9– y si puede realizar el beneficio medio.

Shaikh, Mohammad Anwar: Valor, acumulación y crisis. Ensayos de Economía Política, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1990 (una de las protestas que se pueden elevar contra Mohammad es que con el yerno de Westphalen, es eliminada la necesidad de practicar Economía Política y que con el enemistado con los hermanos Bauer se instaura la deconstrucción de cualquier Economía Política).

Umpiérrez Sánchez, Francisco: “Transformación de la mercancía en dinero (teoría del valor de Marx)”. Artículo elaborado en el marco del Centro de Estudios Karl Marx, de las Islas Canarias, España, 2003. Inédito –es un enfoque escasamente innovador.

Primera Tercerificación. “Verneinung”

Las alteraciones que propone el suegro de Aveling en Teorías sobre la plusvalía, no se quedan ahí. Karl considera que en el orden burgués, la ley del valor y el condicionamiento de los precios por los insumos/valor de producción, se respetan y se disuelven; eso, muestra que su teoría del valor–trabajo no era ricardiana.
Por añadidura, constatamos que existen dos tipos básicos de negaciones de los elementos en lid: una negación que podríamos denominar “actual”, que es el resultado de la aparición del valor/precio de mercado, entre otros factores, y otra que llamaríamos potencial, vinculada con la automación completa del proceso creador de tesoro.

En la primera, el valor aflora como un límite de la fabricación burguesa –1976: 49. Los cambios tecnológicos reducen a un mínimo el tiempo de trabajo que se debe invertir en la génesis de mercancías y por extensión, limita los gastosvalor de producción y los precios de fabricación. En consecuencia, el valor total de lo suscitado se constriñe v. g., en la mitad, aunque se haya modelado el doble de bienes de disfrute. Por ende, cada tanto el ansia de valor que acicatea la creación de riqueza en el régimen contemporáneo sufre una estocada. Of course, si ocurriese de manera regular de modo que el valor no se incrementara nunca, se anularía del todo el “stimulus” al capital. No obstante, acontece de forma azarosa y de allí también las grandes colisiones que son las crisis (ibíd.).

En el segundo contexto, la tecnologización creciente eleva y diluye el tiempo de tarea/ley como regulador de la génesis de objetos de disfrute –1972: 227/228, 232–233. Más todavía, el crítico judío sentencia que cuando la escala para calibrar el tesoro no sea la necesidad, el tiempo de trabajo no será la medida de la riqueza, sino el tiempo libre, el tiempo que pueda dedicarse al despliegue de lo intrincado (loc. cit.: 232, 236).

En lo que cabe a algunos de los mecanismos que suspenden en parte, la vigencia de la norma valor es oportuno ejemplificarlos. Anticipamos que la calibración de los productos individuales ya no son medibles acorde a cuantos precisos de tiempo invertidos. Eso ocurre debido a que la producción masiva de artículos –a la que tiende el orden burgués en escala creciente, en razón de su necesidad de acumular [independientemente de que apele a las estrategias asociadas a la fábrica “pesada” o a la “fábrica delgada” (ver Coriat, 1992)]–, ocasiona que el tiempo consumido se calcule grosso modo, para la totalidad de lo suscitado. Pero ello causa que la ley del valor deba predicarse para esferas de actividad completas. Entonces,

la “… cantidad total de tiempo de trabajo usado en determinada rama … puede estar por debajo o por encima de la proporción correcta, respecto del trabajo social total disponiblee …” –Marx, 1974: 196. El tiempo de tarea gastado puede ser el necesario, ajustarse a los precios medios de costo, y en paralelo, suponer un derroche considerable (1974: 196–197). En consecuencia, se utilizará un tiempo de labor que no podrá valorizarse, que no recibirá equivalente. Por ende, el

“…producto total –es decir, su valor– … no (es) igual al tiempo de trabajo contenido … , sino al tiempo de trabajo proporcional que se (tendría que haber) empleado, si el producto … hubiera sido proporcional a la producción de las otras esferas” –1974: 197. La norma valor se conserva y se disuelve.

Como corolario, de lo que enunciamos se desprende que la conversión de los valores en precios, supone un extravío entrópico en tanto no todo el tiempo de faena asociado para la creación de bienes, puede ser transformado completamente en precios.

El otro fenómeno es el de las producciones inmateriales (como el de la ciencia y el del cambio tecnológico) que, cuando son el resultado de obreros explotados por el capital y que lo valorizan, no encajan en una medida empobrecida como el del tiempo de tarea que insume gestar tales artículos. De hecho, a partir de esta constatación –que el yerno de Westphalen no desmiente– los teóricos del capital “digital” postulan que la regla discutida, no es pertinente para estudiar el régimen burgués actual. Pero lo único que se demuestra es la inadecuación de lo cuantitativo y del universo estrecho de la economía/economicista, para calibrar o traducir la riqueza, la multidimensionalidad de las creaciones espirituales –ir a https://www.salta21.com/Alternativas-para-interpretar-la.html. Sin embargo, la faena productiva (al igual que la improductiva de la misma clase) recibe un estipendio. Como antes, la ley del valor se conserva porque se autorrecusa.

La interconexión del planeta a través de la frecuencia del comercio entre diferentes países en un flujo continuo de mercancías, dinero y servicios, también suspende la norma en juego

la “… nivelación de los valores por el tiempo de trabajo, y menos aun la nivelación de los precios de costo por una tasa general de ganancia, no (tiene lugar de) … forma directa entre (las naciones) …” –1975 a: 171 (lo destacado es ajeno). Pero sin duda,

“… tres días de (labor) de un país pueden intercambiarse por uno de … (otra nación) … En este caso, la (norma …) valor sufre una modificación esencial … (puesto que) el país más rico explota al más pobre, inclusive cuando este último gana con el intercambio …” –1975 b: 88 (en desmedro de Anwar y en contra de sus hipótesis de que no existe comercio desigual y que el intercambio entre naciones debe explicarse respetando que entre los países haya un comercio que no violente el intercambio, y a favor de la añeja teoría de la dependencia).

Por último, la hegemonía de la ley del valor no es siquiera absoluta en el capitalismo. Y existe una buena razón: si todo fuera tasable por el rasero que dispone aquella norma, lo “humano” sería traducible al lenguaje de lo económico; en consecuencia, nada escaparía de su reino. Demostrando que eso no acontece ni en el sistema que es la realización plena del axioma, queda abierta la posibilidad de fugar de lo económico. Si recordamos lo que sostiene Engels respecto al Estado (2004: 6–7), podremos concluir que, similar a que el Estado era la conversión de funciones administrativas en funciones políticas independientes de la voluntad del obrero comunitario, así la economía y lo económico son la transformación de las funciones enlazadas con la reproducción de la sociedad, en terceros poderes. No obstante, esa enajenación tiene un límite; nuncaarriba al extremo de lo íntegro.

Coriat, Benjamín: Pensar al revés. Trabajo y organización en la empresa japonesa, Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires, 1992.

Engels, Friedrich: De la autoridad (extracto). Ediciones HOY SRL, Buenos Aires, 2004 –cf. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/1873auto.htm.

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