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viernes, abril 26, 2024

¿Qué es el kirchnerismo? Una pregunta de múltiples respuestas

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Me parece que el peronismo kirchnerista es un posperonismo, como lo fue también el menemismo neoliberal, aunque de distinto signo. Empero, conserva las banderas del peronismo de Eva y de Cámpora.

“[… Todas] las exasperaciones de nuestra pelea giran alrededor de la […] Revolución” Antonin Artaud, En plena noche o el bluff surrealista

Ahí están determinados leninismos que serían contundentes, ásperos en lo que se llama “caracterización política” del kirchnerismo, asertos duros que desde ya, no comparto, sin tampoco ser oficialista o encubiertamente kirchnerista, aunque sin hacerle el juego a la derecha golpista y fascista, integrada por los sectores más reaccionarios y conservadores de las clases dominantes y de los demás segmentos privilegiados (altos funcionarios del Estado, personal jerárquico de las fuerzas armadas en general, elevados dignatarios religiosos, políticos con nivel de vida de capitalistas, jubilados acomodados, etc.).

Dos grandes hilos me parece que pueden ayudar a una pincelada de lo que podría ser el rol del kirchenirsmo: por un lado, el boceto de lo que pasa en el estrato de lo nacional, y por el otro, el esquema de lo que representan gobiernos al estilo del de los Sres. Presidentes Evo Morales (Bolivia) y Hugo Chávez (Venezuela –acerca de este último, me expresé en un anterior artículo; ver https://www.salta21.com/Cual-es-la-naturaleza-de-Chavez.html).

Comenzaré por lo general, no únicamente porque es donde me siento más seguro sino porque es lo que a mí me permite situar al kirchnerismo, que tanta furia desata en la “opo”, que tantas críticas despliega en la izquierda leninista, que tanto desconcierto induce en otros y que tantas adhesiones suscita en muchos.

Si tomamos como horizonte la lucha anticapitalista, anti imperialista, y a favor de un Programa socialista que implique medidas radicales y cuasi anarquistas como la disolución del Estado, el reemplazo de cualquier Gobierno por el autogobierno asambleario de la población, la disolución de la propiedad privada, la nacionalización de toda la economía, la Reforma Agraria, etc., etc., es obvio que ni el Sr. Chávez, que algo intenta en esa dirección…, ni mucho menos, el Sr. Evo Morales, han asumido públicamente, tamaño Programa revolucionario, que tampoco es leninista (es mucho más “extremo” que lo que el leninismo soñara jamás, exceptuando hasta cierto punto, el Estado y la Revolución de Lenin).

Mas, entre Chávez y Evo insiste la diferencia de que el primero es más decididamente socializante, con todas las limitaciones del chavismo, que el Sr. Morales, que apuesta a cierto indigenismo vernáculo y que es por eso, más indigenista que de tendencia socialista, a pesar que la Constitución boliviana sea de avanzada en innumerables aspectos (al menos, en relación con lo que fue la Constitución derogada…).

Lo valioso es que históricamente, ambos procesos, cada uno a su modo, han llevado adelante lo que me surge que puede caracterizarse como “revolución democrático–burguesa”, en comparación con la situación de Venezuela y de Bolivia antes de la emergencia de los movimientos sociales que llevaron a las presidencias de sus naciones a los Sres. Chávez y Evo. En ese sentido, son un avance en pos de una revolución decididamente socialista, marxista, aunque acaso ellos mismos no deseen, no puedan o no imaginen encaminarse en esa dirección –de ahí que sea necesario que la práctica de alguna política, sea impostergable para que haya un más allá de Chávez y de Evo (más allá que debiera ser socialista…).

Chávez y Evo son pues, nacionalismos radicalizados, en comparación con lo que sucedía antes de ellos, con algunas o muchas tendencias plus ou moins, socializantes, aunque no en un ortodoxo sentido leninista y menos todavía, en uno no leninista pero marxista libertario –así y todo, ambos se salen tanto de lo que se había acostumbrado el Imperio yankee, que ese mero nacionalismo reformista, algo obrerista, lo condujo a comprometerse con intentos desestabilizadores.

Al mismo tiempo, el Presidente saliente de Brasil, el Sr. Lula da Silva, representa un gobierno más de centro que lo que pareció en un primer instante. El kirchnerismo me surge que es un gobierno situado un poco más a la izquierda que el de Lula, aunque no tan radicalizado como el de Evo y bastante lejos con respecto al de Chávez. Es otra versión de lo “democrático–burgués” pero a la argentina, con un peronismo aggiornado.

En lo que cabe a ese asunto, me parece que el peronismo kirchnerista es un posperonismo, como lo fue también el menemismo neoliberal, aunque de distinto signo. Empero, conserva las banderas del peronismo de Eva y de Cámpora, que son sus referentes ideológicos continuamente reivindicados. Esto significa que es un peronismo más decidido a mantener la Tercera Posición, la No Alineación y lo que ellos conciben en calidad de “Comunidad Organizada” (una sana convivencia entre capitalistas y obreros sometidos al capital, entre propiedad privada y trabajo asalariado). Tales banderas han sido históricamente las limitaciones del peronismo, puesto que son los ideales que le impidieron pasar de la “justicia social” a la construcción del socialismo.

No obstante y lo que alguna izquierda leninista no entendió, es que el peronismo es y fue un movimiento de masas; es lo que indica el grado de madurez de las clases dominadas, de los obreros, y del resto de los segmentos no privilegiados que no son clases (jubilados de escasa paga, personal no jerárquico del Estado, etc.). O sea, los enormes y complejos sectores populares de la Argentina no avanzaron en su conciencia política y revolucionaria hasta la debacle de 2001, más allá de la UCR y del Partido Justicialista (con la expulsión de De la Rúa, se acercaron a los portales de una revolución que terminó hábilmente encauzada en la democracia formal de las urnas…). Ahora estamos no como con Menem pero tampoco como en lo más positivamente radical de diciembre de 2001, y de enero y febrero de 2002.

Lo que opino es que el campo popular contestatario y la izquierda leninista tendrían que intentar (siendo respetuoso y no aspirando a ser el dirigente del conjunto de tales fuerzas –lo que jamás me interesó, puesto que mis habilidades, si existen, son de otra índole…), aprovechar lo que se pueda el ajetreo político que vino con los Kirchner y encauzar esa voluntad de participación, de discusión, de toma de partido, etc. hacia un Programa que vaya más allá de la UCR, del Partido Justicialista y del kirchnerismo –para ello, los del campo popular y los de la izquierda leninista debieran ablandar su inveterado dogmatismo y sectarismo.

¿Habrá que participar electoralmente?

No soy de la idea, como marxista revolucionario, que las elecciones sirvan para alterar demasiado el statu quo.

¿Abstenerse, entonces?

Es algo que lleva, en la época en que vivimos, a callejones sin salida y le deja el espacio a los mismos de siempre.

¿Qué hacer?

Hasta aquí llego; habrá que pensar entre todos los que se animen qué podemos, con la vista en el horizonte del socialismo libertario (no obstante y tal cual me lo comentó la Prof. Amalia Carrique, acaso en países como en Argentina, con sectores medios mal conceptuados como “clases medias”, que salen a la calle cuando les tocan sus ahorritos, el socialismo que se articule tendría quizá, que hacerse con pies de paloma)…

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