15.3 C
Salta
jueves, marzo 28, 2024

Reír llorando con Pepe Soriano y Jorge Schubert en Mr. Green

Notas más leídas

Anoche en El Huerto, “Visitando al Sr. Green” de Jeff Baron en versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, con actuaciones de Pepe Soriano y Jorge Schubert, fue aclamada, ovacionada por el público. Comedia dramática que pone a vivir sentimientos profundos en generaciones distintas: Soriano encarnando a Mr. Green de 86 años y Schubert, un joven trabajador de American Express- Ross- judíos radicados en New York, viven una historia de causalidades que desembocan en una dolorosa realidad para ambos personajes. Les queda la aceptación del otro o el fracaso existencial. Conmovedora, dinámica y actual, trasciende las vallas del corazón hasta llegar a la razón: comprender, vivir, aceptar, cambiar. Contenido y puesta excelentes para un público que revalorice lo artístico.

“’Visitando al Sr. Green” fue estrenada en 1997 en el Unión Square Theatre de Nueva York, con Eli Wallach como Mr. Green y David Alan Basche como Ross Gardiner, y ha sido representada a través de más de 200 producciones en 21 países y en 14 idiomas.

Desde que se estrenó en Bs. As. en el año 2005, no ha parado de cosechar aplausos y buenos comentarios. Anoche, la crítica salteña confirma el buen tino de la elección del público y por qué, a pesar del éxito, es una excelente obra. (Con total certeza sabemos que el éxito de público no quiere decir que la obra sea buena, lo tenemos como ejemplo a Gerardo Sofovich, en Bs. As.).

jpg_jorge_schubert.jpg
Mr. Green (Pepe Soriano) y Ross Gardiner (Jorge Schubert) se conocen en el dpto. de Green por haber tenido un accidente con sus respectivos vehículos y el juez ordena a Ross que repare su error atendiendo al anciano.

Con difícil aceptación tanto del uno como del otro, llegan a tomarse afecto, los une el hecho de ser judíos, hasta que Ross confiesa a Green que es gay. Entre contradicciones afectivas y deseos de ver “normalidad” en las relaciones de pareja, con sutiles confesiones y un humor casi inocente, se produce un giro insospechado.

El judío Green tiene una historia de distanciamiento hacia su hija Raquel quien formó su familia sin seguir los principios del judaísmo. Treinta años de silencio condenaban a Green- apartado de su hija y sus nietos- quien gracias a Ross lee las cartas que enviaba Raquel a Sara, su madre ya fallecida. La idea de Ross es decirle a Raquel que Sara ha muerto y reencontrarla con su padre para achicar diferencias estúpidas.

Increíblemente, el humor juega una buena partida en la obra. El público ríe llorando con este personaje insólito, tierno, equivocado pero tan humano, interpretado por Pepe Soriano. Muy cerca, Jorge Schubert deja también huellas de excelente actuación y compromiso con la obra. Ambos se mueven en historias de rechazo, de discriminación y de fuertes emociones.

Green logra aceptar la homosexualidad de Ross porque más allá de sus preferencias sexuales, es una bella persona. La obra gira entorno a esas cosas pequeñas, que hacen un mundo de diferencias entre unos y otros y que por las mismas oportunidades del destino, se pueden revertir para convivir con la humanidad de ese otro; esa vuelta de hoja de los personajes, la performance de su interioridad pega en lo hondo de la razón y de la sensibilidad.

Emocionante hasta el límite, tan humanos y frágiles, Soriano y Schubert llegan al público con verdades que trascienden la ficción y la literatura. Son verdades de mundo, son posibilidades “psi” dentro del universo de la existencia.

La obra cobra vuelo por el transporte de realismo, por la coincidencia de verdades y por esa suave crítica a la ceguera del espíritu. Resurge con fuerza la humanidad latente, la necesidad de amor, la tolerancia por lo diferente y todo deja una huella de belleza sensitiva.

Soriano compone un anciano en todas sus dimensiones, no escatima enjpg_soriano2.jpg temblores y arrastradas de pie, en dificultades de movimientos propias de un octogenario. Uno sale del teatro gustoso pero también, lleno de lágrimas con una sonrisa metafórica, editada por la esperanza y el amor que subyuga al alma.

Escenografía adecuada, música ambiental y apagones exactos, terminan por declamar la buena mano del director Santiago Doria, quien además de trabajar con figuras consagradas, sabe aunar los íconos del teatro en una puesta totalizadora, en donde no sólo se destaca un actor de generaciones como Soriano sino que también, saca lo mejor de su partenaire, Schubert. Así, vale la pena subrayar la ovación del público.

La libertad es también aquella idea por la cual dos hombres son felices, pese a sus notables diferencias.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img

Últimos Artículos