Ernesto Aparicio renunció como diputado y estuvo detenido por la muerte a cuchilladas de Liliana Ledesma quien lo denunciara como traficante en la zona de frontera. Ahora volvió a la política y desde Salvador Mazza llama a votar por Walter Wayar
El periodista de Pocitos Roberto Belmont informó -en contacto con el programa Código Investigación de FM Noticias- que el ex diputado justicialista José Ernesto Aparicio no dejó de trabajar políticamente. En reportajes que le realizan radios de la zona reivindica su trabajo político en favor del gobierno provincial.
Esta situación fue confirmada por un audio que difundió la periodista Marta César en el que una militante del peronismo ratifica que Aparicio está trabajando en política junto a un referente local de apellido Cazón en apoyo a la candidatura de Walter Wayar a la gobernación de la provincia.
Ernesto Aparicio está procesado bajo el cargo de lavado de activos. Quienes son señalados como sus cómplices y socios, los hermanos Castedo -también hombres fuertes en la zona de frontera-, han sido implicados junto a él en el asesinato de la productora de Salvador Mazza Liliana Ledesma. Los tres serían los autores ideológicos del crimen, por el que hay tres personas detenidas, una de ellas hermana de Aparicio.
Raúl «Ula» Castedo fue apresado en Bolivia y está detenido en el penal de Santa Cruz de la Sierra. Su hermano Delfín Castedo, en cambio, estaría operando con el narcotráfico por tres vías: desde Santa Cruz de la Sierra a Paraguay y a Uruguay en la localidad de Carmelo. Desde Argentina habría retomado el comando del presunto cartel zonal de tráfico de cocaína el propio Aparicio.
Aparicio contra la prensa
El ex diputado negó todas estas acusaciones y dijo que es víctima de una campaña iniciada por la prensa. En particular señaló como responsable de su situación al periodista Sergio Poma quien -según declaró al semanario El Cronista– se la agarró con él «porque tiene un odio enfermizo al gobernador».
Amenazas de muerte contra Poma y contra periodistas del Nuevo Diario fueron enviadas por mail desde Salvador Mazza y se llegó a anunciar que un sicario contratado en Bolivia había ingresado al país con el objeto de asesinar a los abogados de Derechos Humanos Pedro García Castiella y Daniel Tort quienes se había hecho cargo de la representación legal de la familia de la víctima e impulsan el procesamiento y la condena de Aparicio y los hermanos Castedo por el crimen de Ledesma.
Esta grave situación dió lugar al establecimiento de consignas policiales en los medios y guardias personales a los periodistas y letrados amenazados.
La prensa nacional se interesó por Aparicio, curioso personaje que se hizo un cinturón gástrico y que -según una revista porteña- obtuvo el apelativo de «Mamila» en sus primeras incursiones en el narcotráfico cuando integraba un grupo de pasadores de drogas en la frontera.
En una ocasión -según se cuenta- Ernesto Aparicio y un grupo de cómplices fueron soprendidos por una patrulla de fronteral en el monte durante la noche y todos se tiraron al suelo en un intento de pasar desapercibidos. Pero un gendarme le pisó al «gordo» una mano y al instante Aparicio lanzó un grito de dolor.
Todos fueron detenidos. Sus compañeros le pusieron el apodo «Mamila» como un nombre femenino porque siempre le reprocharon que debió asumir una actitud más viril y aguantarse el dolor para evitar el arresto.
¿Un pacto de impunidad?
El periodista Sergio Poma confirmó que Aparicio estuvo detenido en el penal de Villa las Rosas por tráfico y en una entrevista -cuando el hombre fuerte de la frontera pretendía presidir la cámara de diputados- le preguntó por ese tema.
«Si, es verdad que estuve detenido, pero fue por contrabando de chicles y pilas», se excusó el político romerista. Entonces Poma remató la entrevista con este comentario: «debe ser muy difícil aspirar chicles y pilas». Aparicio no volvió a conceder reportajes a periodistas independientes y Poma denunció que el cuaderno del penal donde figuraba su detención desapareció.
Liliana Ledesma murió hace un año, el 21 de septiembre de 2006, acuchillada sobre una pasarela de Salvador Mazza, luego de haber viajado hasta la capital de la provincia para denunciar en los medios y en la Legislatura que «Mamila» cerraba caminos en la frontera para crear un territorio libre para el narcotráfico y que había mandado a matar a su marido a quien le debía dinero porque trabajaba para él pasando cocaína.
A Ledesma los sicarios le tajearon los labios en señal mafiosa de silencio. La productora había denunciado amenazas de muerte de los Castedo y Aparicio, que una y otra vez le advirtieron: «te vamos a hacer callar la boca». Ella le había dicho a la periodista Marta César que la entrevistó en su programa «Piquete y Cacerola» de FM Noticias un mes antes que la asesinaran: «si me pasa algo el culpable será Aparicio».
Tras el asesinato de Liliana Ledesma, la presión sobre el diputado Aparicio fue enorme.Entonces su mentor político y protector, el gobernador Juan Carlos Romero lo obligó a renunciar. Luego permaneció prófugo. Una fuente del Grand Bourg asegura que se entregó tras una reunión de dos horas con el «Jefe». Habría pactado impunidad a cambio de lealtad y silencio.
Estuvo poco tiempo detenido y recuperó su libertad. Volvió a la política. Desde Salvador Mazza llama a votar por Walter Wayar. Un apoyo que puede comprar votos en la frontera, pero que es una ayuda de plomo para la imagen de quien aspira a gobernar la provincia junto a personajes en los que lo político y lo delincuencial parecen conjugarse en forma natural y desencarnada.
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