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viernes, abril 26, 2024

Una culpabilidad compartida

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Una foto, dos caras sonrientes y cinco letras: te amo. Al costado, la respuesta más instantánea y sincera de todas: yooo mas flacaaa toy siempre sábelo !!

Y así fue, estuvieron juntas hasta el final, hasta ese preciso momento en el que, por decisión propia o de un tercero, dejaron este mundo sembrando una infinidad de inquietudes y un centenar de respuestas posibles.

Miro la foto, no puedo dejar de mirarla. La voluntad de Yanina fue que su facebook sea abierto al público, para poder compartir sus imágenes y algunos pensamientos. Ensayo hacer un análisis semiótico y discursivo. Fracaso en el intento. Insisto en analizar algo y me pregunto ¿Algún indicio de suicidio? Y pareciera que encuentro una respuesta, pero luego recuerdo que esa misma frase la vi en el facebook de alguien más, quizás en el de mi prima o en el de mi amiga, incluso en el mío.

Luján, más reservada tal vez, sólo permite ver sus fotos de portada, esas que salen grandes y tienen un toque característico, quizás algo que nos define, o simplemente mera coquetería de elegir la fotografía que mejor nos favorece. Lo cierto es que ella elige compartir hermosos paisajes de fondo en compañía de amigas.

En mi cabeza intento retraerme y recordar aquellas teorías sobre periodismo objetivo, abstracto, en donde el periodista no debe involucrarse, se rechaza el sentimentalismo. Recuerdo cómo hacerlo, pero no sé si quiero.

Paso aquí, en mi provincia, en mi Salta “la linda” aunque ahora los medios nacionales quieran convertirla en macabra. Salta sigue siendo linda, la gente es buena, honesta y trabajadora. Mis vecinos y seres queridos se siguen levantando todos los días para ir a laburar, yo los veo, no es producto de mi imaginación. La inseguridad existe, por supuesto que sí, pero no solamente en Salta.

Siempre pasa lo mismo, hay que culpar a alguien urgente. No se puede esperar, hay que diseñar la tapa roja de último momento para Crónica. Esas tapas que derriten sensacionalismo y están vacías de cualquier reflexión. Si las fuentes no se confirmaron no importa, hay que decirlo antes que otro se adelante.

Por cada minuto que marca el reloj, una conjetura nueva, una hipótesis apresurada. Tantas cosas se dijeron, pero aún todavía no hay nada confirmado. Hay siempre una fascinación por el dilema, por la elección dicotómica. En este caso la culpa es del gobierno o de los padres. No hay otra elección posible, al menos eso se refleja por quienes vierten opiniones y que son en su mayoría, los que manejan la agenda mediática influyendo directamente sobre la opinión publica. En este universo de culpabilidades, pienso ¿yo tengo algo de culpa? Imposible dirían algunos, yo jamás las conocí personalmente, no compartí sus experiencias y trayectorias, no eran mis amigas en facebook. ¿Cómo podría tener algo de culpa?

Resulta ser que soy miembro de una sociedad que va cambiando vertiginosamente, que a veces peca de soberbia y no aprende de sus errores. Una sociedad que no escarmienta, que, de vez en cuando, se convierte en absolutamente dogmática y tengo que hacerme cargo. Yo no las maté, no las incité al suicidio, repito: ni las conocía; pero sabía que la tasa de suicidios aumentó últimamente, especialmente en nuestra provincia. Lo peor es que sigo sin hacer nada. Miro la televisión y escucho radio todo el tiempo, para ver quién me dice algo nuevo, diferente sobre las muertes. Hasta he leído por internet los mensajes de texto que Luján se mandó con su novio horas antes de su desaparición. ¡Qué increíble! Ni me percaté que estaba buceando en la intimidad de una persona, que encima está muerta, por lo tanto, no puede defenderse.

Algunos dicen que es una operación política. Otros hablan de una “Salta Juárez” en alusión a la cuidad mexicana conocida por los más de seiscientos femicidios que ocurrieron hasta la fecha. Asimismo, hay quien señala como sospechoso, la coincidencia del hallazgo de los cuerpos con el primer aniversario desde que se conoció el terrible asesinato de las turistas francesas.

Lo verdaderamente cierto es que se trata de una culpa compartida. En definitiva, la sociedad en su conjunto debe hacerse cargo de sus deslices porque muchas veces, en lugar de evolucionar, involuciona. Se necesita una política de juventud estatal que profundice la contención de los jóvenes y para que esta tenga éxito es necesario que todos pongamos de nuestra parte, con acciones concretas, como por ejemplo discutir sobre el aborto, el matrimonio igualitario, la despenalización de la marihuana, etc. Y si el resultado, la sanción de ley, o resolución no nos convence hay que aceptar que hemos perdido la discusión y educar a nuestros hijos a partir de los tiempos que corren, no impidiendo su derecho a saber y debatir en espacios determinados de participación, formación y aprendizaje.

Lo dicho anteriormente no quita culpabilidad directa a nadie. Más allá si fue producto de una operación o de un simple desenlace fatal de unas jóvenes desesperadas, los gobernantes tendrán que asumir las culpa que les toca y por consiguiente, hacerse cargo de la implementación fallida de las políticas que imparten.

Justicia es la constante y perpetua voluntad de conceder a cada uno su derecho. Pedir justicia, entonces, no se circunscribe al ámbito jurídico. Si se confirma la hipótesis de suicidio, pidamos y hagamos todos justicia por Luján y Yanina. Justicia, porque no fuimos capaces de concederles el derecho que tenían de merecer una salida alternativa a la muerte.

– Notas relacionadas:

Salta es la 5ª provincia en la tasa de criminalidad del país

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Yudith de los Ángeles Hoyos denunció a la familia de Luján Peñalva

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¿Por qué no hacen hablar al padre de Luján Peñalva?

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No existirían elementos fehacientes para asegurar que Yanina y Luján se suicidaron

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Las muertes de Luján Peñalva y Yanina Nüesch estremecen a Salta

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