…lo que interesa ahora son los planes de EE UU de invadir Irán y mientras más desacreditado esté ese país en ese momento, menor será la repercusión internacional frente al nuevo genocido…
Con mucha expectativa, y luego de una enorme campaña publicitaria oficial, la Presidenta de los argentinos se hizo presente en la Asamblea Anual de las Naciones Unidas en Nueva York, que como se conoce ha sido convocada con expresas consignas, tales como eliminar la pobreza extrema, el hambre, las enfermedades, promover la igualdad entre los géneros, la educación y la sostenibilidad ambiental. Todas esas metas están teóricamente previstas para ser cumplidas en el año 2015, algo que ninguno de los ciento cuarenta representantes cree en lo más mínimo, pero que de todas maneras sirve de materia convocante para el cónclave de naciones del orbe.
En ese contexto, se ha vociferado que la mandataria argentina haría uso de la palabra desde una posición privilegiada, y en ese sentido existía una expectativa sobre cuáles de los temas de la convocatoria abordaría. Pero sorpresivamente, fuera de protocolo y temario, la primera dama se introdujo sin preámbulos en un área ni siquiera prevista en el listado de incumbencias de la Asamblea Anual, pero muy conveniente a los intereses de Estados Unidos, y su campaña internacional anti Irán, ofreciendo por cuenta y orden de un tercero, por no decir por mandato expreso, que los supuestos implicados en el atentado a la AMIA, todos de origen iraní, según la imparcial apreciación de la embajada norteamericana y del movimiento sionista internacional que en Argentina opera bajo el nombre de DAIA, sean juzgados en un tercer país neutral. Este desatino, estimado lector, no es obra de la casualidad, ni de la falta de previsión de la mandataria, ni de su escaso sentido de la ubicuidad, sino que responde claramente a la alineación vertical subordinada, que vergonzosamente ha adoptado la Argentina durante el mandato de la señora Cristina Fernández.
Para apoyar con hechos históricos esa afirmación, es necesario recordar en primer lugar, que la explosión de la embajada de Israel se produjo en el mes de marzo del año 1992, y que fue una detonación interna, que nunca hubo un cráter externo ni se encontró ningún coche bomba, tal cual se encuentra certificado por el cuerpo de peritos designado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina que instruyó directamente el caso. Ello desestima desde el mismo inicio la hipótesis del tan temido y sufrido atentado con un móvil externo, llevado a cabo por temibles terroristas islámicos. Por su parte el atentado a la mutual judía AMIA fue en el mes de julio del año 1994, es decir, más de dos años después y hasta la fecha, tampoco se encontró el famoso y también hipotético coche bomba. Cabe esta aclaración, porque en el camino de imputar a diestra y siniestra, comenzaron por irrogarles, a los supuestos funcionarios iraníes el segundo de estos hechos, y en los últimos tiempos, como de yapa, ya se habla de los dos en conjunto, tanto del primero como del último. Y en ese tren de inventar supuestas pistas, ora en un sentido y ora en otro, ¡que más da!; ya que estamos, hagamos un paquete, total no interesa ni el proceso judicial plagado de irregularidades, ni la eventual sentencia que se llegara a dictar. No señor, lo que interesa ahora son los planes de EE UU de invadir Irán y mientras más desacreditado esté ese país en ese momento, menor será la repercusión internacional frente al nuevo genocido.
También es prudente recordar, que hasta hace poco más de dos años, todavía se llevaba adelante la tan mencionada pista siria –entonces, en 1994 y años después, los EE.UU. todavía no tenían entre sus prioridades a Irán- y tanto ello es así, que el 23 de Mayo de 2008, el diario La Nación dio la primicia de que el mismo Fiscal Alberto Nisman, había pedido la detención del ex presidente en esa época, del ex director del servicio de inteligencia del Estado Argentino (SIDE) Hugo Anzorreguy, del ex Juez Galeano, y de otros supuestos sospechosos de frustrar una pista siria. Del comerciante sirio Kanore Edul ya no se hablaba en esa época, luego de los sucesivos papelones judiciales de haberlo imputado una y otra vez, con el apoyo de la contundente y abrumadora prueba en su contra, consistente en haber tenido un abuelo sirio.
¿Pero entonces, cuándo es que apareció una pista iraní, y el señor Fiscal se olvidó repentinamente de Kanore Edul y todas las otras sandeces? Exactamente el mismo día que la DAIA afirmó esa teoría, por mandato expreso y conveniente de la Embajada Norteamericana, en tanto el imperio del Norte de América, había comenzado a oponerse al plan de desarrollo nuclear ideado y puesto en marcha por el presidente Ahmadineyad.
La oferta de la señora Cristina Fernández, además de impracticable, fue rápidamente rechazada por Irán, que ha afirmado que no aceptará ningún país intermediario para el juzgamiento, en tanto no admiten tener que tolerar un juzgamiento, sólo porque a los EE. UU. se les ocurra que deban tenerlo. Mensaje más que claro de que no consideran confiable el proceso Argentino, que se ha basado precisamente en intereses ideados por el servicio secreto Israelí (Mossad) y la central de inteligencia estadounidense, que se denomina CIA. Y a decir verdad, razones no les faltan a los iraníes para desconfiar de la justicia argentina, en la medida que todos y cada uno de los funcionarios actuantes en la instrucción, se han negado a investigar la hipótesis de posibles atentados perpetrados por grupos radicales israelitas, que se oponían a los procesos de paz llevados a cabo en esos días en Medio Oriente. Es deber de cualquier Juez de instrucción, investigar la totalidad de las posibles líneas tendientes al esclarecimiento del caso, y no desechar de inicio por conveniencias o indicaciones de la política del Estado, las que no convengan al poder de turno.
El pedido de la señora Presidenta además, estaba condenado al fracaso desde el mismo momento que las palabras salían de su boca, porque quién podría pensar que Irán iba a aceptar un juzgamiento sobre esos hechos, cuando aceptarlo implicaría precisamente admitir que han tenido intervención en los hechos, y ese punto ha sido negado miles de veces por todos y cada uno de los referentes de ese país. Fue una verdadera ingenuidad, en el mejor de los casos.
La designación de un alto miembro del sionismo internacionalista como HÉCTOR TIMERMAN en la cancillería argentina, hombre directamente vinculado a la secretaria de estado Hillary Clinton, hacía presagiar un camino como éste. Las decisiones en el plano internacional, están claramente digitadas desde afuera, y eso avergüenza y menoscaba la poca soberanía política que nos queda. Ello sumado además, al elogio de su marido, (Bill Clinton) relativo al gran desendeudamiento de nuestro país, que no es sino una burla objetiva, que sale de la boca de un acreedor, encantado de la vida, por todos los pagos adelantados de los intereses.
Del hambre, de la pobreza extrema, y del medio ambiente, nuestra Presidenta no habló, a pesar de que en nuestro país hay ejemplos variados de una realidad que es necesario cambiar en todos esos temas. En cambio, sí atendió puntualmente los intereses del imperio norteamericano, y ofició de vocera de esos intereses. Un papel lamentable.
