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sábado, julio 27, 2024

Un dúo virtuoso

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El notable nivel individual de los intérpretes encontró la flexibilidad necesaria para que el discurso sea de los dos protagonistas: Johannes Moser y Paula Peluso.

Teatro de la Fundación Salta. Viernes 16 de mayo de 2008. Johannes Moser (violonchelo). Paula Peluso (piano). Sonata nº 2 en Re mayor op. 58 de Felix Mendelssohn Bartholdy. Sonata en Re menor de Dmitri Shostakovich. Sonata en Sol menor op.65 de Federico Chopin. Mozarteum Argentino Filial Salta.

En agosto de 2005 estuvo en Salta Johannes Moser. En Junio de 2004 lo hizo Paula Peluso. En ambas ocasiones estos jóvenes, distinguidos, capaces y brillantes instrumentistas mostraron de lo que eran capaces construyendo arte musical. El primero exhibió con su violonchelo, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Salta, una seguridad, una musicalidad, una afinación y un bagaje de recursos técnicos verdaderamente deslumbrantes. Su enorme sonido, sus apabullantes ataques, su voz a veces deliberadamente áspera está reñida con un toque refinado y elegante. En esa oportunidad, reafirmada hoy, dije que para mi estaba entre los diez mejores violonchelistas del mundo. La segunda conformó un recordado dúo con el violinista Rafael Gintoli. Su actuación solo mereció elogios que hoy, ante lo escuchado, no hacen más que repetirse. Solvente, espontánea, sin zozobras, segura, de considerables medios técnicos al servicio de un temperamento que excedía largamente el mero acompañamiento. En ambos, el talento.

La sonata de Mendelssohn muestra cómo es posible ensamblar la sonoridad del piano con una complicada escritura para el violonchelo. Ambos cuidaron especialmente que la dinámica mantenga un calibre uniforme. Por supuesto, esta sabia decisión permitió al oyente encontrar la riqueza sonora buscada por al compositor alemán que para la época (1843) aparecía como poco convencional. De todas formas, el notable nivel individual de los intérpretes encontró la flexibilidad necesaria para que el discurso sea de los dos protagonistas. Brillante y vigoroso su “allegro” inicial no preanuncia el giro de la página con un “allegretto scherzando” y un bellísimo “adagio” para rematar con un chispeante “allegro vivace”.

Luego un momento mágico. La fantástica sonata del ruso Shostákovich. Recia, irónica, de ritmo feroz, casi brusca. Esta escrita y dedicada a un violonchelista amigo del autor, Victor Lubatsky. Tiene ese lenguaje tan especial del compositor moscovita que a pesar de las presiones sufridas por parte del régimen dictatorial que se vivía en su tierra -aunque parezca increíble hasta en el arte Stalin trataba de imponer sus ideas- de modo libertario dejaba fluir su particular expresividad. Por caso, el segundo movimiento, un “scherzo” maravilloso, tal vez el punto más alto de una noche espléndida, verdadera delicia de dialogo virtuosístico entre Moser y Peluso. Luego, el “largo” de trazo macizo dando lugar al emotivo mensaje del alma oprimida y finalmente un vertiginoso “allegro” para cerrar una obra que genera la pregunta. ¿Cómo hizo Shostakovich para escribir lo que compuso desde la opresión intelectual que sufría? Es evidente que no era un hombre feliz, sin embargo su mensaje artístico cala hondo en el espíritu de hoy como la expresión de un esperanzado mañana.

Dos años después de la sonata de Mendelssohn, componía Chopin su última obra catalogada en vida del compositor polaco. Su estructura nada tiene que ver con la anterior. Es dulce, lírica, soñadora, con largos pasajes a cargo del violonchelo y gran fuerza en el fraseo pianístico. Sus cuatro movimientos tienen climas distintos y a pesar de ese protagonismo del violonchelo de Johannes Moser, quedó clara la inagotable cantidad de matices que ofreció el pianismo de Paula Peluso. Aunque tal vez está fuera de contexto, es bueno señalar que también para el Mozarteum, el próximo 11 de julio, la excelente pianista participará en el Triple Concierto de Beethoven para violín, violonchelo, piano y orquesta sinfónica. Con creces merece ser escuchada.

El cierre fue también lujoso: “moto perpetuo” y “scherzo pizzicato”, dos movimientos de la sonata para violonchelo y piano del inglés Benjamín Britten.

Nota relacionada:

http://www.salta21.com/spip.php?article752&var_mode=calcul Silencio… Johnannes Moser tocando

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