Sólo transcurrieron nueve años, de aquel infausto día, en el que se vulneraron derechos fundamentales de millones de argentinos. ¿Culpables materiales e ideológicos de tamaños desmanes? No hay, ni habrá.
Como dijo alguien alguna vez, Juan Romero y su visión conservadora de los Medios y Periodistas de Salta, lo llevaron nuevamente a sentarse frente al Abuelo Mediático de la Córdoba al 100.
Alguna vez, en un pasado que nadie quiere recordar, a un reconocido ex ministro le tocó convocar públicamente al diálogo a representantes del Capital empresario. ”Me respondieron con el bolsillo”, aseveró.
En las postrimerías y casi a un año de finalizar su mandato el gobernador Urtubey, repite prolijamente la estrategia y metodología de su antecesor, el hoy imputado penalmente por peculado en el caso de las 90 hectáreas de tierra en la Ciénaga.
Se dice que en la Argentina pese a la tecnología disponible, no hay diseños efectivos de control de transparencia del Estado. Surge entonces como fenómeno globalizado la corrupción administrativa.
Parece mentira, que todavía en las artes de la dialéctica política, resuciten los que ya fueron como si nunca hubieran sido y “bajen” al Norte del país como políticos experimentados, duchos, nuevos e impolutos, sólo para exhibir un discurso de verbo inflamado con datos y estadísticas no verificables, pero rigurosamente anti-K.