A los oídos de hoy para aquellos no iniciados o carentes de estudios musicales, puede parecer de atractivos menguados y sin embargo constituye material muchísimo más que interesante.
Tempo irreprochable, un ripieno altamente profesional, la deslumbrante Magdalena Soria (soprano), la notable Myriam Molina (soprano) más tres solistas de buena actuación. Los acompañamientos de las arias donde lucieron Eugenio Bucello (violonchelo), David Gómez García y Zaira Olivera Hoyos (flautas), Emilio Lépez (oboe), Jorge Lhez (órgano positivo) más la afinación y solidez del coro de cámara de la UCASal.
La música antigua comienza en la transición de la música de la Edad Media a la música del Renacimiento con la itálica Florencia como centro de este movimiento que a su vez mostraba diferencias según las regiones, los compositores, las ideas melódicas de los intérpretes.
La directora Delgado explotó con sabiduría sus estructuras contrastantes desde lo armónico y también desde lo dinámico, incluso salvando alguna situación relacionada con inesperadas repeticiones.
Lo de esta noche fue una especie de mini concierto en adhesión al ciclo citado. Bajo la notable batuta de Noam Zur se inició con la tranquila belleza del Preludio al Acto 3º de la famosa ópera “La Traviata” de Giuseppe Verdi, delicada introducción a las escenas finales sobre la vida y la muerte de la desdichada Violeta Valery.
Buena elección para pintar parcialmente la naturaleza pródiga de nuestro país bajo la mirada de un artista querendón de su tierra. Música descriptiva, de cierto aire campestre.
La segunda parte trajo a un notable pedagogo, compositor y director como el padre de la Escuela Nacionalista Musical Israelita. Me refiero a Paul Ben-Haim, realmente desconocido en nuestras tierras lo que no impide hayamos conocido un compositor mucho mas que interesante.
Esta noche hubo varios lucimientos. Primero la del maestro Luciano Garay que preparó y condujo con brillantez y acabado conocimiento el Coro del Instituto de Música y Danza de la Provincia, un grupo de cantantes macizo, sólido, poderoso, de afinación precisa, con entradas y cierres de frase impecables,
El elenco irreprochable, la música de Cilea, compositor de Calabria está tan bien construida que parece envolver el canto de los protagónicos, la orquesta impecable y la dirección del maestro Jorge Lhez con una solvencia tal que el desarrollo total de la obra no solo carece de baches sino que brinda el camino perfecto para transitar los pasajes del drama.
La llamada “Música Antigua” se ubica entre los años 1000 al 1600 o sea el extenso período de seis siglos que viene desde la Edad Media hasta el Renacimiento, un lapso no tan conocido por músicos y público en general, previo a los más identificados Barroco, Clásico y Romántico en adelante. En ese lapso aparecieron apellidos ilustres que se oyen hasta nuestros días como el sacerdote francés Guillaume de Machaut, el italiano Giovanni Pier-Luigi da Palestrina o el sacerdote español Tomás Luis de Victoria.
Se lucieron Emilio Lépez y Paula Daffra (oboes), Eugenio Tiburcio y Fernando Jimenez (clarinetes), Francisco Aray y Luis Flexer (fagotes), Pablo Ahumada y Dimitar Diamandiev (cornos), todos de elevado nivel.