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martes, mayo 7, 2024

Ni otoño… ni patriarca ni presidente de nadie: ay juancarlos!

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Patético y deslumbrante como un viejo garabato de Toulouse- Lautrec asoma tu silueta desteñida en el balcón descascarado de los discursos, en los altos de “palacio” se diluye tu figura entre las nubes y los grises, es bello el atardecer cuando el sol se recuesta en los bajos fondos del cielo pero esta nublado y no puedes verlo.

Ni siquiera te das cuenta lo deshilachado de tu sombrero panameño, Tachito Somoza pagó su hiel y sus pecados hace ya mucho tiempo de Asunción del Paraguay en una calle cualquiera, la soledad no tiene peso, es liviana y densa como una ciénaga de hastío que inexorablemente… te traga.

Abajo, la inmensa plaza de bombos y platillos de aplausos y de glorias se calló para siempre, ay juancarlos que traicionera es la nostalgia, que vana y superflua es la vendimia del egoísmo, que poca imaginación juancarlos, como es posible… me pregunto, que no hayas podido adivinar que aquel camino que tomaste como un sendero mágico hacia el éxito te habría conducido hasta el borde mismo del vértigo impiadoso del abismo.

Una voz suave imperativa llega de la penumbra, “ven cariño mío que te leo al Dante en el séptimo círculo… exquisito “il florentino” y en el idioma original es más perfecto, aunque visto desde lejos mi querido, hay que reconocer que Garibaldi al usar su espada para fabricar un país tendría que haber sido más prudente, Italia es Italia pero no es Florencia… ni siquiera se parece” el desdeño y la soberbia no le permiten la fatiga de girar la cabeza hacia la voz de la penumbra “por favor mujer, déjame de joder con ese tano de mierda que entre círculo y círculo nos metió en este laberinto sin salida”.

Inmóvil y obsesionado como una estatua de mármol miramos el punto fijo de un horizonte inasible y lo que es peor…infranqueable, inaccesible, y lo que es aún mucho peor, un horizonte que ya presientes congelado como tu destino, ay juancarlos, quien que no fueras tú hubiera escrito en este diario íntimo algo más parecido a la decepción que este atardecer incomprensible.

Abajo, en la plaza de los días de gloria ya no queda nada… sólo la hojarasca a merced del viento como médanos dorados bajo el influjo de la luna, como fantasmas huérfanos de cortinados y vapores pervertidos de pantanos, fantasmas sin brújula que alivie su condena, ese destino natural, inevitable que los lleva mansamente a diluirse entre las sombras.

Los árboles desnudos como esqueletos desenterrados en el camposanto de tus miedos, seguramente envilecidos por la tierra agria y fermentada de los muertos, y de nuevo y desde lejos… la voz suave imperativa y la sólita penumbra… “ay juancarlos no le hagas caso a la chusma desagradecida, hasta los sirvientes en punta de pie han huido antes del amanecer por la puerta de servicio, sabes que extraño de verdad juancarlos…? los jardines que supe cultivar con la exquisita ternura de una mujer enamorada y aquellas azaleas que supe acariciar con tanto esmero y que vimos florecer como torrentes en nuestros lejanos días de gloria, tan lejanos como tus caricias y tus miradas esquivas de abandono.

“Abajo en la plaza silenciosa los gorriones juegan sus piruetas amorosas, ya se sabe, armarán sus niditos y empollarán sus huevitos, ya se sabe, la rueda de la vida y de la historia no se detiene…y mucho menos por tonterías de la plebe. De nuevo la voz en la penumbra lo acontece…. “mira juancarlos…mira, mira en el cielo como hacen rondas las golondrinas, como juegan a la perfección con sus círculos concéntricos”, sin girar la cabeza y sin mirar el cielo recurre a la obviedad de su certeza… “no seas ingenua mujer, no son golondrinas…son caranchos…prepárate para lo peor… es un mal signo”.

Cuán efímero es el poder y que frágil, sobre todo cuando es de consumo personal, y la vanidad…la maldita vanidad… tu pecado preferido.

El pasado es el ayer de cualquier día, supimos verte con desagrado apoltronado en las alturas de la gloria en el trono del Olimpo y luego, sin sobresaltos ni sangre ni gritos, a lo Gramsci y por la vía pacífica se te cruza el congreso peronista y te deja sentado en el suelo hablando solo, rodeado de polvo y cenizas, que idea mezquina daba vueltas en tu cabecita loca? Sabes perfectamente bien que a pesar de su pacto con la eternidad hasta Dorian Gray ardió con su retrato.

En tu lujoso mausoleo del campo santo dirá tu lapida, “Aquí yace un ex-gobernador que dedicó su vida al equilibrio fiscal” , que poco heroico mi querido, nunca serás Batman salvando a Ciudad Gótica, ni Superman caído con estruendo en la artera emboscada de la Kriptonita, ay juancarlos , no sé que vas a hacer con tu vida, pero en el fondo del corazón peronista… a quién le importa.

– Alfredo Ahuerma

DNI 8.388.969

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5 COMENTARIOS

  1. Ni otoño… ni patriarca ni presidente de nadie: ay juancarlos!
    brillante, poetico, es una acuarela sobre el poder y la gloria personifado en alguien que domino politicamente y hoy aun economicamente a esta provincia durante 12 años y que parecia invulnerable su destino demuestra que en esta tierra no hay lugar para dioses de pacotilla,Este articulo ademas es un esfuerzo en la necesidad de elevar el nivel de conciencia de los ciudadanos, con un estilo que yo al menos considero unico donde se entrelaza la ironia, la metaforay una implacable pauta ideologica.

    • Ni otoño… ni patriarca ni presidente de nadie: ay juancarlos!
      acuarela? ah por lo borroso de la tinta…! así se borra con el codo lo que se escribe con la mano…

      Y como en todos lados pasa…mejor

      así: mal de muchos

      consuelo de tontos…

      • El poder detrás del poder
        La pluma de Alfredo Ahuerma parece de los tiempos en los que los políticos no era iletrados, eran literatos. Ahora, hoy, en este sistema decadente los que han leído y escribir pueden y saben más que las elementales intrigas de la politiquería infame difícilmente pasen de asesores de los mentecatos que están en el poder tramando sus negocios y la ruina de la gente. La imagen de un juan carlos nostálgico de aquella época en que era el mandamás salteño está lograda. La pintura excede la crónica, el relato, el análisis, la evocación o la opinión porque tiene un aire literario. Da gusto leerla, por la forma. Pero ojalá fuera un auténtica lápida para las andanzas del sultán insaciable y un eco lejano del saqueo y la corrupción. Ahora, cuidado: el verdadero poder detrás del poder es el dinero. “Juan, te robaste la provincia”, tronaba Sergio Poma. Por algo a su obra “Salta, el Narcopoder”, la escondieron en la feria del libro… Y sí, tenés razón, Alfredo, el poder es efímero porque al hombre mismo se lo traga la muerte. Mientras tanto, mientras respire, el poder detrás del poder es su fortuna, erigida sobre el infortunio y la miseria de muchos. Blanca. Y radiante.

  2. LA OBSECUENCIA AL PODER—
    Mientras los unos y los otros inician una tinellizada “santa guerra por las almas” electorales, el trópico de Capricornio…arde…

    Boceto (homenaje)

    El márgen de ganancias es mínimo.

    La cultura del trabajo

    abierta a la improducción

    tierras cercadas

    inundación

    hambre.

    Jalamos la correa

    la brisa ataja,

    y se desdibuja

    incontenible sabor a tierra húmeda,

    barro esculpido en mis pupilas

    en mis papilas

    en el vientre de las indias,

    útero que ausente se conduele,

    se dilata en naranjales.

    Nos mimetizamos en la oscuridad

    de la selva,

    sólo para dejar nuestras manos

    buscar algo más que un alarido

    una senda

    el boceto imperfecto,

    la carbonilla del cristo americano

    en los vástagos de este desierto

    tropical.

    de “Anuncio de los cerdos que vuelan” inédito.

    • LA OBSECUENCIA AL PODER—
      El poder político es tristemente obsecuente aquí y en muchas partes, obsecuentes al poder económico, que se alimenta del político… y así sigue el círculo. Ojalá surja con más fuerza el verdadero poder del pueblo, “demos”, para que la democracia sea efectivamente la mejor forma de gobierno conocida, y no una simple herramienta del poder económico para mantener las desigualdades.

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